Artes y letras nacionales

El impresionismo criollo. – La Grafología mural. (Dibujos de Juan Gandulfo)

Al recuerdo de Juan Gandulfo, queremos asociar el nombre de Alfredo Demaría que fue como aquél, honor de su generación. Frío de apariencias, era interiormente sensible como una llama. El más mínimo soplo espiritual echábalo en su seguimiento. Y a esta sensibilidad de escondido manar se aliaba una cultura ávida de todo lo humano. Como estudiante, estuvo al frente de ellos en los días tumultuosos y tristes de las persecuciones, saqueos e incendios que se consumaron bajo la sonrisa inalterable del presidente Sanfuentes. Después viajó, maduró libros, fue maestro. Y, cuando recién empezaba a frutecer lo que había cuajado en el honor de su juventud, una bala trizó su espíritu el día 12 de Enero de 1931. Demaría y Gandulfo fueron grandes amigos desde las aulas de la Escuela de Medicina. Los ligaba no sólo lo social– lo epidérmico– sino una profunda concordancia de pensamiento y además muchas rebeldías, muchas obras en bien del pueblo. También se hallaron juntos en estas páginas. Juntos asaetearon las viejas mentiras políticas y sociales de este Chile de perenne mala suerte. Como un homenaje a esta amistad reproducimos a continuación, de nuestras paginas de 1924, un pintoresco e inteligente artículo de Alfredo Demaría iluminado con tres dibujos sagazmente humorísticos de Juan Gandulfo.– S. A.

PROLEGOMENOS

Lamentable situación es la de un pueblo, ampliamente dotado de cualidades artísticas innatas, que se dejara absorber totalmente por extrañas civilizaciones. Las razas más cultas y originales podrán ser absorbidas económica y políticamente por pueblos mas fuertes y vigorosos. Pero los valores espirituales y artísticos de las primeras reivindicarán a los vencidos imponiendo su cultura a los triunfadores. Es la cultura de Grecia quien se halla por encima del poderío de Roma. Es la civilizaciones. Las razas más cultas y originales la fuerza devastadora de los bárbaros germanos. Es el viejo arte europeo quien invade y reconquista el formidable mundo económico norteamericano.

PROTECCION DE LA INDUSTRIA NACIONAL

En la hora presente, una saludable reacción artística nacional está formándose en cada pueblo que tiene una cultura propia, un pasado honroso que defender. Allí es México, en donde un selecto grupo de intelectuales y de artistas está haciendo revivir el arte y la milenaria civilización azteca. Allá, es España, en que el culto directorio militar –que tan liberalmente la dirige– representa la encarnación genuina del espíritu español, del intelectualismo hispano opuesto al de decadentismo del occidente europeo. Más allá es Mussolini, quien funda academias literarias fascistas y dicta decretos en que se grava con fuertes multas la colocación de avisos con palabras importadas del extranjero. Por acá, son las jóvenes repúblicas sudamericanas las que defienden su cultura específicamente nacional. Es el Perú, que se constituye en baluarte de la civilización de los incas. Es la Argentina, que cultiva religiosamente su música y su arte criollos y llega hasta imponer su danza nacional a todos los pueblos del orbe. Es Panamá, que vigila con riguroso celo la fabricación de sombreros de pita a fin de que el sol no dañe la producción artística de sus más notables cerebros nacionales.

AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR

Y “a pesar de la falta de protección de nuestros poderes públicos”, es nuestra raza vigorosa, es nuestro noble pueblo –cantado por Ercilla y el doctor Palacios– quien defiende su incipiente cultura criolla contra la invasión del heterogéneo cosmopolitismo cultural del extranjero. Porque nuestra pujante raza, cuna de futuras victorias del espíritu, esperanza de fecundas producciones en el arte y en las letras, tiene –necesario es decirlo bien en alto– disposiciones congénitas de artista y de pensador. Y su actual espíritu de laboriosidad y orden, de precisión, de constancia y de limpieza han de imprimirle, en un futuro muy próximo, excelsas cualidades en su vida intelectual y artística. Para estudiar el notable talento artístico de nuestro pueblo debemos seguir un camino filogenético. No debemos remontarnos hacia las producciones de los innumerables europeizantes, simples imitadores de lo que se hace más allá del océano, serviles repetidores de las viejas y nuevas fórmulas del arte del viejo mundo. Debemos descender hacia las manifestaciones más sencillas y rudimentarias del arte nacional. Escrutar entre los pliegues del manto irónico y sutil con que nuestro hombre del pueblo se oculta, receloso, a la mirada de los profanos. Estudiar desde la más primitiva expresión con que nuestro substratum popular acostumbra a dar rienda suelta a sus emociones y sentimientos, a sus amores. No debemos avergonzarnos al descender, en nuestras investigaciones filogenéticas del arte, hasta la rudimentaria trutruca del araucano o el picaresco aire popular que silba o masculla el granuja en nuestras calles. Tenemos un arte genuinamente nacional. Rudimentario y primitivo; pero es nuestro. Y ello no debe avergonzarnos, así como no causa rubor al artista de París la contemplación de los rasgos primitivos con que una mano, incierta y vacilante, pretendió en su caverna dibujar al mamuth. Al lado de las penosas y mediocres imitaciones del arte ajeno, tenemos las rudas y sencillas, pero severas manifestaciones de un arte propio.

LA PIZARRA DEL INFINITO

Para crear un arte nacional debemos volver a estudiar en nuestros campos y en nuestras ciudades. Carecemos de gruesos e indigestos volúmenes sobre la materia. No hemos oído la sentencia grave y sesuda de tanto pontífice nacionalista de otras tierras. No poseemos grandes bibliotecas ni revistas sobre el tema que nos interesa. Pero poseemos, en cambio, un extenso e interminable laboratorio experimental de arte criollo. Está en donde dirijamos nuestra mirada y nuestra atención. ¡Campo inagotable para los hombres de buena voluntad! Las formas más rudimentarias del arte nacional. de las épocas pasadas se encuentran en los cementerios de los araucanos. El arte actual presenta sus manifestaciones más sencillas, no entre los que ya se han ido, sino entre la multiforme y vívida canalla de las ciudades y el hampa de las aldeas y de los campos. El arte primitivo de nuestra raza no se encontrará junto a los muros de los museos oficiales, sino sobre las paredes antiguas de nuestras calles, cuna de tantos ensayos y balbuceos artísticos. Sobre los muros de la calle hemos aprendido a descifrar ignotos problemas en una edad en que todavía no éramos capaces de leer. Pintorescos grabados de anónimos y sutiles artistas de nuestra raza, han dejado huellas imborrables en nuestras pupilas infantiles. La pared constituye en nuestra tierra la inagotable pizarra popular, fuente de profundo ingenio y de agrio saber. Pizarra del infinito en donde muchos de los grandes artistas de hoy día empezaron sus nobles tareas. Sábana interminable en que aprendieron a bordar y a decorar muchos desconocidos buscadores del ideal. Playas verticales en donde los granujas distraen sus más audaces energías y trazan los bosquejos embrionarios de su futura labor. Labor efímera como las letras dibujadas sobre la arena que pronto besarán y borrarán las ondas del mar. Labor intensamente sentida. Arte rudimentario. Primeros balbuceos del arte nacional.

LA GRAFOLOGIA MURAL ANTE LA HISTORIA Y LA ESTADISTICA

El arte de grabar y dibujar en las paredes nació después de la llegada de los españoles invasores. Porque la paja de las rucas de los araucanos no era sitio apropiado para escribir y decorar. Tomó gran impulso con la fundación de las primeras escuelas; y es en las sencillas bancas de madera y en las toscas paredes coloniales en las vecindades de las escuelas anexas a los primitivos conventos, en donde el investigador contemporáneo encontrara las más torpes, ingenuas e inseguras producciones de los infantes iberoamericanos. Las inscripciones de las paredes son la fiel trascripción de la mentalidad del pueblo. Sencillas, pacíficas e ingenuas en la época colonial, tórnanse iracundas y amenazantes en la alborada de la Revolución de la Independencia. Las suaves ondulaciones del período español, transfórmanse en líneas quebradas y aristas cortantes en el período incierto y turbulento de las primeras décadas de la República. Más tarde aparecen neologismos caprichosos, sutiles, guerreros o amorosos, de acuerdo con las características de la época. Producción sincera y honrada que permitirá, a los espíritus más agudos –en el caso de desaparecer toda documentación– rehacer hasta en sus menores detalles la historia nacional. En la época contemporánea, los temas favoritos de esta grafología y grafomanía popular, pueden dividirse en cuatro grandes grupos: 1.º sección letras; 2.º sección arte y ornamentación; 3.º matemáticas y 4.º sección moral. En la primera sección figuran las siguientes materias en orden decreciente;

68% : Amor sexual y órganos genitales. 12% : Coprología. 9% : Lecciones escritas del silabario y tareas escolares. 5% : Política. 3% : Injurias. 0,4% : Anticlericalismo. 2,6% : Otros temas y signos ininteligibles.

100%

En la Sección Arte y Ornamentación figuran como temas favoritos:

83% : Líneas ornamentales (onduladas, rectas y quebradas). 8% : Figuras humanas. 1% : Objetos domésticos. 5% : Órganos sexuales. 1% : Arte puro. 2% : Dibujos indeterminados.

100%

La Sección matemáticas se extiende a operaciones elementales de aritmética y a la enunciación de axiomas neo-euclidianos, como 2 más 2 son 4, etc.

Finalmente la Sección moral, perdida entre el desborde oceánico de las tres primeras, se reduce únicamente a frases escritas por fervorosos propagandistas evangélicos, como “La sangre de El nos redime de todo pecado” y a otras frases no menos moralizadoras que la ya mencionada. Una cuidadosa estadística de la totalidad de la producción grafológica popular nos demuestra que los anónimos artistas del punzón, del lápiz, la tiza y el pincel son:

en un 84% : Escolares. 3% : Vendedores de diarios. 2% : Lustradores de calzado. 4% : Despechados sexuales y amorosos. 7% : Otros oficios.

TENEMOS UNA ESCUELA NACIONAL

Cuando se profundiza el estudio de nuestros arabescos murales, se observa que en ellos predomina un espíritu sintético, lacónico, impresionista. Nuestro pueblo se ha adelantado a muchas de las exóticas innovaciones que nos llegan de allende el mar. Nuestra raza es la genuina creadora del arte mural. Es la fundadora de la escuela impresionista vertical. Escuela que enseña a toda hora y a cuanto hombre camine por la calle. No existe el analfabetismo mural. Todos son capaces de descifrar las inscripciones de las paredes, porque en ellas el artista se manifiesta totalmente como es, con todos sus defectos y sus buenas cualidades. En los muros de nuestras calles varias generaciones han aprendido a leer, a escribir y a dibujar. Silabario gigantesco, visible en cada instante y a cada paso, que ha ejercido enorme influencia sobre el desarrollo de la cultura nacional: Tela inagotable de ignorados pintores y de artistas en embrión. Arcilla y piedra generosa que se deja herir por la mano y el cincel de improvisados escultores, artífices y alfareros. Papel y carta de la canalla. Cuaderno de repaso de los escolares. Muros de nuestra tierra, cuna rudimentaria del arte nacional!

ALFREDO DEMARIA.

Riberas del Vergara, Junio de 1924.