in Boletín de Filología
Domínguez inédito: notas sobre la publicación del Diccionario Nacional de R. J. Domínguez
Resumen:
El Diccionario Nacional de Ramón Joaquín Domínguez fue el primer diccionario enciclopédico del español y tuvo una gran difusión y repercusión en su tiempo (e, incluso, en la lexicografía posterior). El punto de partida del estudio es el artículo biográfico de Ramón Joaquín Domínguez que aparece en la primera edición de esta obra con la fecha de su muerte (1848, fecha posterior a la que se ha manejado hasta el momento de publicación del diccionario, 1846-47). Este artículo aparece lematizado en la letra R de Ramón y no en la D de Domínguez, como hubiera sido lo esperado, lo que indicaría que el Diccionario Nacional se publicó por entregas y que el autor no pudo participar en los trabajos de cierre del diccionario, que, posiblemente, fue finalizado por los colaboradores que habían trabajado junto al autor en todo el proceso de elaboración de la obra. Para verificar esta idea, se parte del examen de la prensa periódica de la época, ya que esta ofrece información valiosa acerca del proceso de redacción y de publicación del Diccionario Nacional, lo que redunda, por ende, en un mejor conocimiento de la historia de la lexicografía española del siglo XIX.
1. INTRODUCCIÓN
Nota de autor 1
Uno de los diccionarios más relevantes de la historia de la lexicografía española, en cuanto a ediciones alcanzadas y repercusión, fue, sin duda, el Diccionario Nacional de Ramón Joaquín Domínguez.
El Diccionario Nacional fue el primer diccionario enciclopédico del español y tuvo una gran difusión y repercusión en su tiempo (e, incluso, en la lexicografía posterior), lo que demuestra el hecho de que se publicaran 17 ediciones de la obra hasta 1889. A pesar de ello, como señalaba ya Seco (1987 a: 157), y podemos seguir afirmando en la actualidad:
[…] es hoy obra casi tan olvidada como las otras del autor. Y, sin embargo, es quizá el diccionario de nuestra lengua que más ediciones ha alcanzado, después del de la Academia: diecisiete en poco más de cuarenta años: la última, de 1889 2 .
Ciertamente, la escasa atención que se ha dedicado al análisis de esta obra se corrobora con los pocos estudiosos que han acudido a sus páginas. Si bien es cierto que la mayoría de los investigadores que se dedican al estudio de la lexicografía en el siglo XIX lo nombran en sus trabajos, pocos son los que se dedican al estudio exhaustivo de este diccionario 3 .
En este trabajo se pretende dar respuesta a dos incógnitas que sobrevuelan la publicación del Diccionario Nacional; a saber: la fecha de publicación de la primera edición del diccionario y su forma de publicación y venta 4 . A partir de estos dos objetivos principales, se pretende también confirmar la identidad de los colaboradores que auxiliaron a Domínguez en su trabajo lexicográfico y que lograron que su diccionario viera la luz.
Para cumplir con estos objetivos, se ha hecho un recorrido por las publicaciones periódicas de la época (desde 1845 hasta 1900), a partir de la Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España 5 , lo que ha permitido hacer una reconstrucción de cómo se produjo la publicación del Diccionario.
2. RAMÓN JOAQUÍN DOMÍNGUEZ: VIDA Y MUERTE DE UN LEXICÓGRAFO
Son pocos los datos de que se disponen sobre Ramón Joaquín Domínguez, a pesar de que es una figura interesante, puesto que es la muestra de la influencia del escenario en el que se gesta una obra lexicográfica y las ideas lingüísticas en él representadas.
Se sabe que fue autor de varias obras didácticas relacionadas con el francés. Así, escribió una Nueva gramática francesa (1844) y unas Reglas de ortografía francesa (1844) 6 . Un año después aparecería la que fue su primera experiencia lexicográfica, el Diccionario universal francés-español y español-francés 7 , en seis volúmenes, en Madrid (1845-46). Estos datos hacen pensar a Seco (1987 a: 154) que antes de 1844 Domínguez había vivido algún tiempo en Francia, ya que:
[…] el hecho de publicar una Gramática francesa (en la que se presenta como profesor de francés), una Ortografía francesa y un extenso Diccionario francés-español y español-francés es difícil de explicar si no se posee una razonable competencia en la lengua francesa, imposible de adquirir sin una estancia más o menos larga en el país.
No obstante, Domínguez es conocido por su Diccionario Nacional o Gran diccionario clásico de la lengua española, la publicación del cual es objeto de este estudio.
Aparte de las circunstancias de su muerte, apenas se sabe nada de su biografía, pues “solo en un lugar se nos revela su segundo apellido, Herbella: su patria, Verín, Orense, y la fecha de su nacimiento, 13 de enero de 1811”. Estos datos figuran, y de allí los extrae Seco (1987 a: 153), en la Enciclopedia Espasa, Apéndice, IV, 1931, página 467. Estos datos también se ven corroborados por la Gran Enciclopedia Gallega:
DOMÍNGUEZ HERVELLA, R.J. Distinguido filólogo nacido en Verín (Orense) el 13 de enero de 1811. Cursó estudios en Santiago e ingresó como novicio en el convento de San Lorenzo de la misma ciudad, trasladándose a Madrid antes de profesar. En la capital española se dedicó a la enseñanza de la lengua francesa y figuró, según nos refiere Manuel Murguía, entre las mentes más avanzadas de su tiempo, “librando briosas campañas en la prensa y viéndose más de una vez perseguido en sus prédicas exaltadas y los manejos revolucionarios en que andaba envuelto”. Organizó el movimiento revolucionario de mayo de 1848 en Madrid, contra el gobierno reaccionario de Narváez, para lo que tuvo contactos con el comandante liberal Buceta, paisano suyo, y otros elementos de la guarnición. En ese mismo 7 de mayo halló la muerte en la madrileña calle del Carmen, acribillado por disparos de las tropas gubernamentales. El renombre de Domínguez Hervella se debe, sin embargo, a las publicaciones de que es autor: Nueva gramática francesa (Madrid, 1844); Reglas de ortografía francesa (Madrid, 1844); Diccionario de bolsillo francés-español, español-francés (Madrid, 1846), 2 vol.; Diccionario Nacional ó Gran diccionario de la lengua española, del que existen numerosas ediciones, la última en 1975. Aparte de sus éxitos editoriales, la importancia de esta obra queda reconocida en la exigente crítica de Leopoldo Alas, quien lo considera de tanta Autoridad como el de la Real Academia de la lengua. En edición póstuma, apareció Compendio del diccionario Nacional de la lengua española (Madrid, 1852), 2 vol. Verín, su pueblo natal, honró la memoria del biografiado dando su nombre a una de las principales calles (A.V.R.).
Los estudiosos que han tratado estos datos tras Seco, los respetan tal y como los cita este autor en sus obras 8 . Por lo tanto, a la luz de estos datos, Domínguez nació el 13 de enero de 1811 y murió el 7 de mayo de 1848; tenía, pues, 37 años. Atendiendo a las publicaciones periódicas de la época, es posible corroborar estos datos y añadir algo de información sobre el hecho histórico en el que se vio envuelto Domínguez y en el que acabó perdiendo la vida. Así, sería cierto que Domínguez murió el día 7 de mayo de 1848, debido a su participación en la insurrección que se produjo en Madrid ese mismo día como eco español de la revolución francesa de febrero de ese mismo año. Algunos datos más encontramos en este fragmento transcrito del diario El Observador 9 , del mismo 8 de mayo de 1848:
[…] Quedaron muertos en esta encarnizada refriega veinte y seis paisanos y la tropa tuvo cincuenta y tantos heridos. El antiguo diputado por Granada, don Domingo Velo, y dos hermanos italianos llamados Jassa, pertenecen al número de los primeros.
En la calle de Fuencarral, fué muerto; traspasado por nueve balas, el conocido autor del Diccionario universal francés español y de la lengua, señor Domínguez, de cuyo desastroso fin participaron igualmente tres dependientes de su acreditado establecimiento. También resultó herido el criado de dicho señor.
El caudillo de los amotinados era, según parece, don N. Buceta, que había sido segundo comandante de la guardia civil de Pontevedra, y su apellido había figurado en primera fila en los acontecimientos á que dio lugar en Galicia la insurrección de que se declaró gefe Solís, bajo cuyas órdenes hizo de gefe de estado mayor. El señor Buceta no ha podido ser habido.
Algunos datos relevantes que se indican en este fragmento son que Domínguez fue muerto por nueve balas en la calle de Fuencarral, acompañado de tres dependientes de su acreditado establecimiento 10 . Corrobora también esta publicación los contactos de Domínguez con el comandante Buceta, líder, por lo que se indica, de este movimiento insurrecto de la noche del 6 al 7 de mayo en Madrid.
Así pues, la noticia de la muerte de Domínguez fue conocida y difundida 11 y acabó de fijar la fisonomía del que fuera uno de los lexicógrafos más conocidos en la época tanto por sus obras, como por su personalidad. Tanto es así que se documenta la información sobre el funeral del lexicógrafo al mes de su muerte:
Al anochecer de hoy se celebra en la parroquia de San José (calle de Alcalá) el funeral por el alma de don Ramon Joaquin Dominguez, autor del Diccionario universal de la lengua castellana, muerto en la calle de Fuencarral en la madrugada del 7 de mayo último (El Observador. Número 117. Miércoles 7 de junio de 1848).
Esta notoriedad en la sociedad madrileña de mitad del siglo XIX, gracias a la publicación de sus obras, sobre todo, las lexicográficas, le llevará a aparecer en publicaciones como Españoles notables, Revista popular de conocimientos útiles 12 , en 1887, cuarenta años después de su muerte:
DOMÍNGUEZ (Ramon Joaquin), lexicógrafo, profesaba ideas políticas muy avanzadas, y animado por la segunda revolución francesa, organizó en Madrid una insurrección, logrando que le secundaran algunas tropas, de las que guarecían la corte, en la noche del 6 al 7 de Mayo de 1848, en cuyo año murió: Diccionario nacional de la lengua española; Diccionario francés-español y español-francés, etc.
Cabe destacar de este artículo que se informe de que fue Domínguez el instigador de la insurrección que tuvo lugar del 6 al 7 de mayo en Madrid.
Lo cierto es que las noticias que de este suceso se tienen indican que ciertamente a imagen de lo que había sucedido en Francia en febrero de 1848 13 , la revolución, en España, no tuvo la fuerza que demostró en el país vecino, puesto que únicamente se dieron dos alzamientos (uno en marzo y otro en mayo, que es el que nos ocupa) que fueron rápidamente sofocados por las autoridades militares.
El alzamiento del 7 de mayo se produce en Madrid (también hubo insurrecciones en Barcelona, Valencia y Sevilla, rápidamente sofocadas), bajo el reinado absolutista de Isabel II, y el gobierno del General Narváez (1844-1868). En ningún caso se ha documentado que fuera Domínguez uno de los instigadores de dicha insurrección madrileña, aunque sí formó parte del grupo de sublevados, en colaboración con Buceta.
Así pues, se puede dibujar la figura de Domínguez como un verinense afincado en Madrid, profesor de francés y lexicógrafo aventajado, con grandes implicaciones tanto religiosas como políticas, que le llevaron a su temprana muerte. No hay duda de que estos rasgos personales confieren a sus obras un cariz inigualable que se han convertido en tema recurrente en los estudios sobre el lexicógrafo y sus obras (como la subjetividad en las definiciones, las ideas políticas, religiosas o su crítica contra la Academia). No obstante, la correcta valoración del Diccionario de Domínguez debe hacerse teniendo en cuenta el conjunto de las obras lexicográficas que surgieron en la época y, junto a las cuales, configura uno de los momentos más intensos de la lexicografía española.
Este grupo de diccionarios aparecidos en pos de la Academia aportó a la práctica lexicográfica española del momento una incorporación más abierta del léxico actual, más cercano al uso del pueblo que al uso literario. En esta inclusión se dio paso también a la introducción tanto de voces de las ciencias, las artes y los oficios como a voces del español de América. En cuanto a la penetración abierta del léxico actual y de las voces de ciencias, artes y oficios, la obra de Domínguez es uno de sus mayores exponentes y el afán acumulativo heredado de la tradición francesa que rige su Diccionario hace de este uno de los hitos más relevantes para la historia de la lexicografía española. Así, de la mano de Domínguez, bajo influencia francesa, surge el ideal del diccionario acumulativo que desencadenó en el surgimiento del diccionario enciclopédico, tradición que llega hasta nuestros días. En palabras de Seco (1987 b: 177):
Pero no sería justo, por valorar este interés anecdótico, olvidar la sig- nificación que este diccionario tiene en la historia de la lexicografía española: su propia rebeldía frente a la Academia y su ansia de su- perarla llevan a su autor a una revisión crítica de todo el Dicciona- rio académico y a la incorporación de un gran número de acepciones y entradas que enriquecían notablemente el conocimiento del léxico español (aun sin contar los tecnicismos). Domínguez, devoto del pro- greso, considera que es necesario hacer un diccionario de su tiempo, que refleje la lengua viva, lejos de conservadurismo del ”venerable cuerpo”; es muy apreciable, aunque no muy apreciado, el esfuerzo realizado por él en ese sentido, con el resultado […] de un buen cau- dal de datos valiosos para la historia de nuestro léxico.
Ciertamente, la obra de Domínguez resulta una valiosa fuente de información para la historia de algunas de las palabras que conforman actualmente el léxico español. No debe negarse, pues, esta virtud que destaca la importancia de la obra y su relevancia e interés científico para los estudiosos de la historia de la lengua y de la lexicografía.
3. LA PUBLICACIÓN DEL DICCIONARIO NACIONAL
La primera noticia que se ha documentado sobre la publicación de una de las obras lexicográficas de Domínguez ha sido la noticia de la aparición de su diccionario bilingüe, en el Diario de Avisos de Madrid, en enero de 1845. En esta noticia se comunica su publicación por entregas y se da noticia de los lugares de suscripción 14 .
El 11 de marzo de 1845 ya se ha repartido la tercera entrega y entra en prensa la cuarta. Se indica, incluso, que Aeriforme es la penúltima voz marginal de la tercera entrega. La publicación se realiza en entregas de 32 columnas de 58 líneas cada una a un ritmo de, por lo menos, una entrega semanal 15 .
Asimismo, se informa en El clamor público, el 10 de diciembre de 1846 16 , que la obra ha finalizado, y se indica también que se está publicando el Diccionario de bolsillo, francés-español, también de Domínguez:
DICCIONARIO DE BOLSILLO, FRANCÉS-ESPAÑOL Y español- francés, por don Ramon Joaquin Dominguéz [sic]. Comprende todas las voces de los respectivos diccionarios académicos, de cuya circunstancia carecen los demás de su especie.
Consta de dos hermosos tomos en 16.º
Se ha repartido el 1.º, y sigue la impresión del 2.º, que se concluirá la mayor brevedad.
Se suscribe á esta obra en el despacho de los señores viuda de
Jordan é hijos, calle de Carretas, número 19, á 30 rs los dos tomos, y
26 para los que hubiesen sido suscritores al Uni- versal del mismo autor.
DICCIONARIO UNIVERSAL, FRANCÉS-ESPAÑOL Y Español- francés, por Ramon Joaquin Dominguez [sic]. Habiéndose finalizado esta interesante obra, se avisa á los señores suscritores que lo son por tomos, pueden pasar á recoger el sesto, llevando al efecto el competente recibo á las oficinas de los señores viuda de Jordan é hijos, calle de la Puebla, núm. 4.
En el mismo punto se sirven cuantas reclamaciones ocurrieran á dichos señores suscritores.
Teniendo la empresa en consideración de que muchos suscritores cesaron en el recibo de entregas por temor quizá de que no concluyese la obra, verificado esto, vuelve abrir la suscrición hasta fin de enero próximo, pasado cuyo término se recojerán las existencias de poder de los comisionados de provincias y se vendrán los ejemplares que han quedado al precio de 440 reales cada uno.
Como se puede observar, se ofrece volver a suscribirse a las entregas de esta obra a todos aquellos suscriptores que hubieran dejado de serlo por temor a que no se terminara la obra. Es hasta cierto punto normal este temor, puesto que se pedía a los suscriptores del Diccionario que lo fueran durante 2 años completos (se inició la publicación al inicio de 1845 y se terminó la obra a finales de 1846). Habría que estudiar a fondo si el ritmo de publicación del diccionario bilingüe se vio afectado por el inicio de la publicación, también por entregas, tanto del Diccionario de bolsillo como del Diccionario Nacional, cuestión que dejamos pendiente de abordar en próximas investigaciones, puesto que no es el objetivo principal de este estudio.
Precisamente a inicios de 1846, se anuncia la publicación del Diccionario Nacional; la primera noticia que he podido encontrar aparece en El Heraldo, el 19 de febrero de 1846:
DICCIONARIO NACIONAL O GRAN DICCIONARIO crítico de la lengua española por una sociedad de literatos, facultativos y artistas bajo la dirección de don Ramon Joaquín Domínguez.
Comprende, además de las voces del Diccionario de la Academia, todas las que la prensa ha puesto en circulación y que el uso ha sancionado. La tecnología de ciencias y artes será una de las circunstancias que enriquecerán este monumento literario que con razón puede llamarse Diccionario de los Diccionarios, pues que en él se encontrarán las voces de todos los ramos sociales, no perdonándose medio alguno que pueda conducir á que el Diccionario nacional sea digno de tan honroso epígrafe.
El Diccionario Nacional se publicará por entregas de 120 columnas de 180 líneas cada una, de impresión compacta, en 40 páginas, folio español, á cuatro reales en Madrid y cinco en las provincias, no admitiéndose en estas suscrición alguna por menos de tres entregas. Su impresión será elegante y compacta, y el papel lujoso y satinado.
Desde el 1.º de abril saldrán por lo menos 100 páginas mensuales. Los primeros de mil suscritores recibirán gratis todas las entregas correspondientes á las cuatro últimas letras del alfabeto. Si antes de la V hubiere mas de 70 entregas, se darán igualmente gratis todas las que escedieren de este número á los comprendidos en aquel.
Toda la obra constará de dos tomos de 1,000 á 1,300 páginas cada uno. Los suscritores por tomos solo pagarán 120 reales por cada uno, satisfaciendo el importe del primero al hacer la suscrición, y el del segundo al recibir el primero.
Los suscritores por toda la obra podrán obtenerla por 200 rs. pa- gando esta cantidad en el acto de suscribirse.
Los suscritores por tomos, ó por toda la obra, que estuvieren comprendidos en el número de los dos mil primeros, tendrán una rebaja de 20 reales en cada tomo.
Los corresponsales tendrán por comprendidos en el número de los dos mil primeros suscritores á los que se suscriban antes de recibir el aviso de estar cubierto aquel número.
Los suscritores de los puntos donde no haya corresponsales, se entenderán directamente con la empresa, librando á favor del director de la misma el importe correspondiente á su suscripción.
Concluida la obra costará en Madrid 320 rs.
Se suscribe en Madrid á esta obra en la redacción calle de Hortaleza, núm. 67, y en las librerías de Jordan, Cuesta, Monier y Miyar; en Barcelona, en la librería de Sauri y en las principales del reino.
No se admite correspondencia sin franquear.
Se afirma también que la obra constará de dos tomos una vez acabada, y cada tomo tendrá entre 1000 y 1300 páginas. Es esta la forma en la que se ha conocido el Diccionario Nacional de Domínguez hasta el momento: dos tomos encuadernados de más de 1000 páginas y con la fecha de 1846, año de inicio de su impresión y su publicación por entregas.
Los suscriptores podían suscribirse por entregas o por tomos, con un precio distinto cada una de las suscripciones, y esta suscripción podía hacerse en la redacción, calle Hortaleza, 67, dirección del establecimiento tipográfico de Domínguez (amén de en otros establecimientos). Por último, también se afirma en esta noticia que a partir del 1 de abril de 1846 se pondrán a disposición del público, por lo menos, 100 páginas mensuales, lo que implica una impresión y distribución semanal importante, si tenemos en cuenta que la intención es publicar pliegos de 40 páginas cada uno. No obstante, no será hasta mayo cuando aparezcan las primeras noticias de la impresión de los primeros pliegos:
ANUNCIOS. DICCIONARIO NACIONAL. ó gran diccionario clásico de la lengua española, por Ramon joaquin dominguez.
Comprende ademas de las voces de la altima [sic] edición del diccionario de la academia, 4,090 del lenguaje usual y 86,000 de ciencias y artes que no se encuentran en aquel, los nombres de las sectas y de las comunidades religiosas, de todos los pueblos de España y de todas las ciudades del mundo, de los hombres célebres pertenecientes á la historia, etc, etc, etc.
Se publica por entregas de ciento veinte y ocho columnas, de cien líneas cada una, á cuatro raales [sic] en Madrid y cinco en las provincias no admitiendose en estas suscripcion alguna menos de tres entregas.
Dentro de breves días se repartirá la primera entrega.
En todos los puntos dé suscripcion puede verse ya un pliego impreso, que se ha remitido a cada corresponsal para que los que gusten puedan antes examinarlo.
En los puntos donde no haya corresponsal podran dirigirse á la imprenta con carta franca: no tendra este inconveniente en remitir un egemplar de este pliégo, con la condicion de recibirlo de menos en la primera entrega, en el caso de suscrivirse, ó deberlo en el contrario.
Se ha cubierto ya el número de dos mil primeros suscritores. […]
El Boletín del ejército 17 , 6 de mayo de 1846.
En agosto de 1846 se disponía de las dos primeras entregas del Diccionario, lo que suponía algo de retraso con el plan inicial, tal y como se indica en la publicación de El Popular 18 , periódico de la tarde, el 5 de agosto de 1846:
Tenemos á la vista las dos primeras entregas del DICCIONARIO NACCIONAL [sic], publicacion de grandísima importancia que acaba de acometer D. Ramon Joaquin Dominguez, conocido ya por el excelente diccionario francés-español y español-francés que está sacando á la luz.
[…] Prosiga el señor Dominguez su tarea, esmerándose todo lo posible en sacar un diccionario completo y correcto, y esté persuadido de que alcanzara honra y provecho en premio de sus desvelos.
Se trata de un encomio de la obra, del autor, y de la publicación que se encuentra disponible. Se observa aquí, pues, que la publicación de ambas obras de Domínguez, el Diccionario francés-español y español-francés y el Diccionario Nacional, coincidió en el tiempo durante algunos meses en el año 1846, como ya habíamos adelantado.
Así pues, en agosto se dispone de las dos primeras entregas del Diccionario (según el proyecto deberían ser las 80 primeras páginas de la obra) y será en septiembre cuando aparezca la tercera entrega 19 .
El ritmo de impresión y publicación debió de acelerarse ya que a principios de diciembre ya se habla de la séptima entrega. Se hace mención de ello en Eco del Comercio, en su publicación del 2 de diciembre de 1846 20 . Resulta interesante esta noticia, puesto que es en la primera en la que se ha encontrado referencia al precio que tenía la suscripción a la obra en el extranjero, aunque no se mencionen los lugares de suscripción. Cabe pensar, pues, que el Diccionario Nacional pudiera haber llegado a países vecinos a través de puntos de suscripción concretos, quizás, y, sobre todo, a Francia, dada la estrecha relación de Domínguez con este país.
Si tomamos como referencia una publicación aparecida en el diario La Esperanza, el 16 de noviembre de 1846, en el que se realiza un repaso de todas las ventajas que ofrece el suscribirse a la obra, podemos decir que el Diccionario Nacional, además de aparecer como el más completo, aparece también como:
[…] la [obra] mas barata de todas las publicaciones españolas. Cuéntense si no las letras que entran en cada línea, multiplíquense por 12,800, que tiene cada entrega, hágase la misma operación con otra de cualquier obra de las mas baratas que se esten publicando, aunque sea de las mas insignificantes, ó de las que se llaman populares, y el primer suscritor que pruebe que hay en España alguna cuyas entregas igualen en baratura á las del Diccionario Nacional, recibirá gratis seis ejemplares de toda la obra, devolviéndosele el dinero que hubiese entregado por la suscrición.
Como puede observarse, la campaña de publicidad era realmente agresiva para la época. Por lo tanto, la primera ventaja de suscribirse al Diccionario Nacional era la económica. Pero también se menciona una segunda ventaja, la académica, para lo que se presenta la comparación de la nomenclatura de la obra de Domínguez con la edición de 1843 del Diccionario de la Academia:
[…] Desde la voz “Ancusa” que es la última del pliego 15 del Diccionario Nacional, hasta “Angulo”, que es la última del 16, se cuentan 672 voces marginales, al paso que el de la Academia solo comprende 140 en las seis columnas que median entre aquellas dos. Es verdad que el Nacional es estensivo á geografía y biografía; pero es de advertir, que en el pliego 16 solo entran de estos dos ramos 109 voces y por consiguiente aun quedan 423 de ventaja sobre el académico. De aquí se puede deducir, que, si en seis columnas del diccionario de la Academia aventaja á este el Nacional en 423 voces, en 3044 que tiene aquel, le aventajará en 214,602, sin contar las de geografía y biografía […].
Esta publicación acaba anunciando la aparición de tres entregas mensuales, lo que serían unas 120 páginas cada mes 21 .
En agosto de 1847 se tiene noticia ya del inicio de la publicación de la segunda edición: “Constará de dos tomos, en gran folio de treinta y cinco a treinta y seis entregas cada uno” 22 y empezará a repartirse el 1 de septiembre del mismo año, aun cuando todavía no se han producido todas las entregas necesarias para terminar la primera edición (según se afirma en la noticia, los suscritores deben tener en mano ya la entrega 25):
[…] Nota. Los suscritores de la primera edición continuaran recibiendo lo que falta de esta, sin variación alguna en el número de páginas de cada entrega, ni en el precio del 2º tomo, que les falta pagar, siendo en todo conforme á las bases establecidas en el prospecto de dicha primera edicion, al final de la cual se dará un suplemento en el que se encontrarán las reformas, adiciones y demás innovaciones que de hecho se harán en la segunda en el cuerpo de la obra.
En los cinco primeros pliegos de la segunda edicion, se hacen algunas reformas importantísimas. Los suscritores a la primera que gusten adquirirlos, podrán verificarlo […].
Se hace referencia aquí a modificaciones en el cuerpo de la obra que se realizan en la segunda edición del Diccionario y que aparecen en un suplemento a la primera edición, al final de su publicación completa. En este momento es relevante recordar las palabras de Seco (1987 a: 157, nota 20):
[…] Todas [las ediciones del Diccionario Nacional], hasta donde me ha sido posible comprobar, reproducen en estereotipia el texto de la primera; pero, después de la muerte del autor, los sucesivos editores incorporaron al tomo II un suplemento que fue aumentando de unas ediciones a otras.
Que llevan a Contreras (1997 : 108) a afirmar que:
Por lo que se refiere al DN [Diccionario nacional], y como ya hemos comentado, la única diferencia entre sus varias ediciones se encuentra en el apéndice que incluyen los diversos editores. Es por esto por lo que en esta obra una comparación entre varias ediciones no tendría sentido.
Como puede observarse, aparece aquí una controversia que sería necesario investigar más a fondo 23 , puesto que nos encontramos ante dos posibilidades: que las muestras de esta segunda edición de la que se habla en la noticia del Eco del comercio se perdieran o no tuvieran la suficiente difusión frente a la primera edición y la aparición de estas modificaciones en el suplemento (y que esta fuera la forma en que se ha difundido el Diccionario de Domíguez hasta el momento); o que realmente exista una segunda edición en la que se muestren esas modificaciones en los primeros pliegos que haya pasado desapercibida por su temprana publicación con respecto a la primera edición. Puesto que dar respuesta a esta controversia excede los objetivos de este estudio, se pospone para posteriores trabajos sobre el Diccionario Nacional.
No será hasta un año más tarde cuando tengamos noticia de que la publicación del Diccionario de Domínguez ha finalizado; exactamente el 24 de octubre de 1848, cinco meses más tarde de la muerte de su autor, por tanto, en El espectador:
DICCIONARIO DE DOMÍNGUEZ. Ha terminado la publicación del Gran Diccionario clásico universal de la lengua española, redactado bajo la direccion de nuestro desgraciado amigo don Ramon Dominguez. Al recibir la última entrega, ningun suscritor habrá dejado de lamentar que no haya logrado ver la conclusion de su obra el que bajo tan buenos auspicios la emprendió y continuó, prestando asi un importante servicio á las letras, y satisfaciendo la necesidad que se hacia sentir de un Diccionario tan completo como el que ya poseemos.
¡De cuántos hombres útiles han privado á la patria las pasiones y discordias políticas!
En esta publicación se lamenta la muerte de Domínguez y el hecho de que él mismo no pudiera ver terminada su obra. De hecho, si se tiene en cuenta la información que aparece en la edición de Madrid de El Heraldo 24 , en su número 1826, del 15 de mayo de 1848, en el apartado de “Gacetilla de la capital”, se puede afirmar sin duda que la obra estaba inacabada cuando el lexicógrafo murió:
Los colaboradores del desgraciado don Ramon Joaquin Domínguez en la publicación del Diccionario Nacional han resuelto continuar esta sin el menor retraso, y que quede terminada en menos de cinco meses.
Esta es una de las primeras noticias que aparecen en los periódicos de la época sobre la decisión de los colaboradores de Domínguez de terminar la publicación del Diccionario Nacional con el objetivo de que quede terminada hacia noviembre o diciembre de 1848. Se demuestra, así, que la obra de Domínguez se terminó una vez el autor había muerto y que, por tanto, su biografía se incluyó en el pliego correspondiente a la primera entrega del Diccionario después de su muerte.
En este sentido, recojo aquí las palabras de sus propios colaboradores que tuvieron a bien enviar un comunicado que, por lo que he podido ver, solo el periódico El observador 25 , que ya se había hecho eco de la muerte de Domínguez, como ya he mencionado, recoge íntegramente, y que apareció en el número 99, el 19 de mayo de 1848:
COMUNICADO
Sr. Director del Observador
Muy señor nuestro: Persuadidos los que suscriben de que todos los diarios de la capital sin distincion de matices politcos [sic] se prestarán gustosos á insertar las siguientes lineas, no dudamos un momento que vd. tambien se servirá de darlas cabida en su apreciable é imparcial periódico:
«Don Ramon Joaquin Dominguez, autor y editor del Diccionario
Nacional, ha muerto.
Merced á su incansable laboriosidad, que deja reunidos grandes acopios de trabajos especiales para la conclusion del Léxico á que consagró tantas vigilias y sacrificios de todo género, podemos asegurar a los Sres. suscritores que la obra, póstuma ya, continuará publicándose sin el menor retraso, quedando terminada en menos de cinco meses, como era la intencion del difunto.
Hacemos esta manifestacion en nombre de la inconsolable viuda, los que constantemente hemos sido colaboradores de aquel ilustrado y concienzudo filólogo, trabajando de continuo para proporcionar á la literatura española un diccionario muy enriquecido, que seguramente no poseia, sin que por eso deje de ser imperfecto, como todas las obras humanas.»
Somos de vd. con la mayor consideracion afectisimos. S.S.Q.B.S.M. ═ Vicente Alvarez Miranda. ═ Marcelino Fernandez. ═ José Maria Alix. ═ Saturnino Perez de Vitacerrosa. ═ Antonio Alvarez. ═ Juan Ramavadell.
Madrid 16 de mayo de 1848.
Este artículo ofrece todas las respuestas necesarias a las preguntas abiertas sobre la publicación del Diccionario Nacional. En las siguientes palabras se condensan múltiples claves para la interpretación de la redacción y publicación de la obra:
[…] Merced a su incansable laboriosidad, que deja reunidos grandes acopios de trabajos especiales para la conclusión del Léxico á que consagró tantas vigilias y sacrificios de todo género, podemos asegurar a los Sres. suscritores que la obra, póstuma ya, continuará publicándose sin retraso, quedando terminada en menos de cinco meses, como era la intención del difunto. […]
Nótese que se dice aquí que Domínguez deja la mayor parte del trabajo realizado para la finalización de la publicación de la obra y se menciona a los suscritores, lo que demuestra que se publicó por entregas. Pero tan o más interesante, si cabe, es también el siguiente fragmento:
[…] Hacemos esta manifestación en nombre de la inconsolable viuda, los que constantemente hemos sido colaboradores de aquel ilustrado y concienzudo filólogo, trabajando de continuo para proporcionar á la literatura española un diccionario muy enriquecido, […]
Somos de usted, con la mayor consideración, afectísimos. S.S.Q.B.S.M.=Vicente Álvarez Miranda. = Marcelino Fernández. = José María Alix. = Saturnino Perez de Vitacerrosa. = Antonio Álvarez.
= Juan Ramavadell.
En estas líneas se descubre una de las razones de la enigmática rapidez con la que Domínguez redactó el Diccionario Nacional y que Seco (1987 a: 157) exponía de la siguiente forma:
[…] probablemente la redacción fue muy rápida; si no tan brevemente como algún dato externo haría pensar, sí parece que se hizo a la vista de la 9ª edición del Diccionario de la Academia, publicada en 1843, pues las citas constantes que de la Academia se dan proceden de esta edición y no de otra anterior. No debe desecharse la hipótesis de que Domínguez ya viniese trabajando en su Diccionario desde antes de 1843: en el prólogo dice que su redacción «ha sido hasta aquí el blanco de mis desvelos, el objeto de mil sacrificios y lo que lleva consumida la parte más preciosa de mi juventud»; sería algo exagerado que un hombre considerase que la parte más preciosa de su juventud estaba constituida solo por tres o cuatro años. Por otro lado, para escribir en ese tiempo las 1793 páginas de texto que suma la obra, tendría que haber redactado un promedio de página y media por día (y las páginas de este diccionario contienen 2100 palabras por término medio), sin olvidar que esa tarea se simultaneaba con la del otro diccionario y tal vez con algún otro quehacer que le permitiese vivir.
Si bien es cierto que parece difícil que una obra de la magnitud de la que se estudia se gestase y se llevase a cabo en tan pocos años (teniendo como referencia la edición del DRAE que cita en sus páginas), a aligerar el trabajo de redacción sabemos que le ayudaron, y mucho, los diccionarios que tuvo presentes a la hora de llevar a cabo su obra, tanto los reconocidos como los no reconocidos, amén de las obras lexicográficas francesas que también tuvo como referente 26 . Debemos tener en cuenta, pues, que quizás iniciase sus trabajos tras la aparición del Diccionario académico en su edición de 1843 y que la publicación por entregas se iniciara, como veremos más tarde, en 1846. Ya en el título del Diccionario se dice: Diccionario Nacional o gran diccionario crítico de la lengua español por una sociedad de literatos, facultativos y artistas bajo la dirección de don Ramón Joaquín Domínguez […]. Pues bien, ahora podemos poner nombre a algunos de esos literatos, facultativos y artistas que auxiliaron a Domínguez en la redacción de la obra: Vicente Álvarez Miranda, Marcelino Fernández, José María Alix, Saturnino Pérez de Vitacerrosa, Antonio Álvarez y Juan Ramavadell. No sabemos si ellos son los únicos que trabajaron con Domínguez o este tuvo auxilio de algún especialista más, pero la ayuda de este grupo de colaboradores, sin duda, promovió que el Diccionario se redactara con mayor celeridad.
A pesar de que es un tema muy interesante, excede los límites de este estudio, por lo que me limito en esta nota a dar algunos datos sobre los colaboradores de Domínguez que habría que acabar de cotejar.
Así pues, parece ser que Vicente Álvarez Miranda podría ser el militar nacido en Ribadeo en 1817 que dejó la milicia y se trasladó a Madrid para dedicarse a las letras y colaborar en distintas publicaciones periódicas, como El Huracán o La Risa. En 1842 fue nombrado diputado a Cortes por Lugo, aunque dejó la política en 1843 y se retiró a Sevilla. No podemos saber si colaboró con Domínguez mientras estuvo en Madrid o también a distancia desde Sevilla 27 .
No se han encontrado datos fiables que ayuden a identificar a Marcelino Fernández.
Por su parte, José María Álix pudiera ser José María Álix y Bonache, magistrado que llegó a ocupar una plaza en el Tribunal Supremo de Justicia 28 .
En cuanto a Saturnino Pérez de Vitacerrosa, tenemos noticias de un capellán del primer batallón del regimiento de infantería de África 7º de Línea que aparece en una relación de oficiales que se encuentran prisioneros en El Horcajo en una noticia de octubre del 38 en El correo nacional 29 , si bien, solo aparece como Saturnino Pérez. En publicaciones posteriores aparece como Saturnino Pérez Vitacarros, como en la publicación de 1842, El archivo militar 30 , en la que se dice que “se nombra á don Saturnino Perez Vitacarros capellán del tercer batallon del 5.º rejimiento de artillería.”. Como puede verse, existe variación en el segundo apellido, por lo que habría que seguir indagando sobre la identidad del colaborador.
Por otra parte, Antonio Álvarez podría ser Antonio Álvarez Chocano, andaluz que inició sus estudios en Latín y Humanidades y que obtuvo el bachillerato en Leyes, aunque no está claro si terminó o no los estudios de Derecho. Parece ser que, como afirma Jordán (2010 ), Antonio Álvarez fue fundador de El Español y de El Correo Nacional y corresponsal del primero. Fue autor también de varias obras en defensa del cristianismo desde un punto de vista filosófico y escribió algunas obras novelísticas y de teatro.
Por último, Juan Ramavadell podría ser en realidad Juan Ramón Vadell, director de El semanario francés-español de historia, ciencias, artes y literatura, redactado por una sociedad de profesores, que se publicaba en Madrid y que se suscribía en calle Hortaleza, número 67, cuarto principal (amén de otros establecimientos y librerías conocidas de la época), dirección del “establecimiento tipográfico de Domínguez”, como ya se ha señalado.
Me aventuro aquí a hipotetizar que los colaboradores tuvieron que decidir qué incluir y qué no en el Diccionario tras la muerte de Domínguez a partir de los datos siguientes extraídos de la obra y ya tratados en Iglesia (2010: 350-351):
Platínico-argéntico, ca adj. Quím. Que ha sido producido por una sal platínica, combinada con una sal argéntica. Del mismo modo podrían presentarse otras muchas combinaciones, cuyos nombres por sí solos dicen mas que cuantas definiciones quiéran darse acerca de ellos.
Potásico-argéntico adj. m. Quím. Que resulta de la combinacion de una sal potásica con una sal argéntica. Del mismo modo podrían ser enumeradas otras muchas combinaciones, en cuyos nombres van envueltas sus definiciones.
Como puede observarse, se trata de dos artículos correspondientes a la letra P del Diccionario, según los datos aquí expuestos, presumiblemente publicada ya tras la muerte de Domínguez. Interesa de estos dos artículos la parte final de los mismos en la que se justifica el hecho de que no se incluyan como entradas en el repertorio más combinaciones con la sal platínica ni con la sal argéntica, puesto que pueden deducirse fácilmente de los nombres de los compuestos; e interesa por el hecho de que este procedimiento es contrario a la tónica general de la obra, que se caracteriza por introducir todos los posibles compuestos químicos y su correspondiente definición en un afán acumulativo digno de mención:
Férrico-amoníaco, ca adj. Compuesto de sal de hierro y sal amoníaco.
Férrico-argéntico, ca adj. Quím. Compuesto de sal férrica y sal argéntica.
Férrico-bismútico, ca adj. Quím. Compuesto de sal de hierroysal de bismuto.
Férrico-calcico, ca adj. Quím. Compuesto de sal férrica y sal cálcica.
Férrico-cobáltico, ca adj. Quím. Compuesto de sal de hierro y de sal de cobre.
Férrico-mangánico, ca adj. Quím. Compuesto de sal férrica y sal mangánica.
Férrico-mercúrico, ca adj. Quím. Compuesto de sal de hierro y sal de mercurio.
Férrico-nicólico, ca adj. Quím. Compuesto de sal férrica y sal nicólica.
Férrico-plúmbico, ca adj. Quím. Compuesto de sal de hierro y sal de plomo.
Férrico-potásico, ca adj. Quím. Compuesto de sal férrica y sal potásica.
Férrico-sódico, ca adj. Quím. Compuesto de sal de hierro y sal de sosa.
Férrico-titánico, ca adj. Quím. Compuesto de sal férrica y sal titánica.
Férrico-uránico, ca adj. Quím. Compuesto de sal férrica y sal uranio.
Férrico-vanádico, ca adj. Quím. Compuesto de sal férrica y sal vanádica.
Férrico-zíncico, ca adj. Quím. Compuesto de sal de hierro y sal de zinc.
Ferroso-alumínico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y de sal alumínica, ó resultante de esta combinacion.
Ferroso-amónico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal amónica.
Ferroso-argéntico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal argéntica.
Ferroso-barítico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal barítica.
Ferroso-bismútico,ca adj. Quím.Compuestode salferrosa y salbismútica.
Ferroso-cálcico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal cálcica.
Ferroso-cérico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal cérica.
Ferroso-cobáltico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal crómica.
Ferroso-cúprico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal cúprica.
Ferroso-estánico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal estánica.
Ferroso-férrico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal férrica.
Ferroso-glúcico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal glúcica.
Ferroso-hídrico, ca adj. Quím. Compuesto de sal hídrica y sal ferrosa: resultante de la combinacion de una sal halóide ferrosa con el hidrácido del cuerpo halógeno.
Ferroso-hipervanádico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal hipervanádica.
Ferroso-ítrico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y satrica.
Ferroso-magnético, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosaysal magnética.
Ferroso-manganico,caadj.Quím.Compuestode salferrosaysalmangánica.
Ferroso-manganoso, sa adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal de manganesa.
Ferroso-molíbdico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal molíbdica.
Ferroso-molidoso, sa adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal molibdosa.
Ferroso-nicólico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal nicólica.
Ferroso-plúmbico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal plúmbica.
Ferroso-potásico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal potásica.
Ferroso-sódico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal sódica.
Ferroso-tantálico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal titánica.
Ferroso-tórico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal tórica.
Ferroso-vanádico, ca adj.Quim. [sic] Compuesto de sal ferrosaysal vanádica.
Ferroso-zíncico, ca adj. Quím. Compuesto de sal ferrosa y sal zíncica.
Puede verse que en las letras finales del Diccionario ocurren algunas incidencias que no aparecen en las letras iniciales porque estas se publicaron en vida del autor. Desde luego, estas letras finales fueron un desafío para los colaboradores de Domínguez, tanto en el aprovechamiento de los trabajos del lexicógrafo como en el compromiso de la publicación de la obra en un plazo breve de tiempo. Así, es en estas letras finales en las que aparece el artículo correspondiente a Ramón Joaquín Domínguez (lematizado en la letra R y no en la D), en el que se corrobora la hipótesis de que no pudo ver su obra totalmente publicada:
Ramón Joaquín Domínguez, Vigo. Autor y editor de este Diccionario y de otras obras. Nació en Verín (Galicia), año de 1813; murió en Madrid, el dia 7 de Mayo de 1848. Este aventajado y malogrado filólogo, á cuyos especiales trabajos se debe la conclusión del gran léxico que no pudo terminar por sí mismo, ocupará algun día el distinguido lugar que le corresponde entre los sabios y los españoles más dignos, cuando nos sea dado ofrecer al público en un estenso artículo necrológico su completa biografía; como lo haremos al final de la obra, repartiéndola con la última entrega á los señores suscritores. Entretanto, sólo diremos que trabajó constantemente para instrucción de la juventud y para gloria de la literatura nacional. Séale la tierra ligera!.
La aparición de este artículo en el cuerpo del Diccionario31 y no en el Suplemento demuestra, una vez más, que Domínguez murió antes de terminar la publicación de la obra.
4. CONCLUSIONES
No cabe duda de que el Diccionario de Domínguez fue uno de los que mayor respercusión y difusión tuvo en la segunda mitad del siglo XIX en España. Las características especiales de la obra, así como la personalidad especial del autor, hicieron de ella una de las obras lexicográficas no académicas más atrayentes del mercado. Aún así, hasta este momento, no se había hecho un estudio específico de cómo fue su publicación y su redacción. Creemos que con este trabajo muchas de las preguntas que quedaban sin responder sobre el Diccionario y su proceso de redacción se han visto aclaradas.
El Diccionario Nacional¸ así como el Diccionario francés-español, español-francés y su edición de bolsillo, fueron obras publicadas por fascículos desde 1845. Si este es uno de los grandes hallazgos del estudio, no lo es menos el hecho de que se haya podido documentar que Domínguez murió sin ver la primera edición del Diccionario Nacional completa publicada. Así, sus colaboradores fueron los que se ocuparon de terminar el repertorio (a partir de los trabajos ya realizados) y de publicarlo en el establecimiento tipográfico propiedad del lexicógrafo y que pasó a regentar su mujer tras su muerte. En la siguiente tabla se presenta un breve esquema de los datos más relevantes de la publicación del Diccionario Nacional, referenciados y analizados en este estudio:
Varias son las cuestiones que permitirían un estudio más amplio que no ha sido posible realizar aquí, pero que sí se contemplan para futuros trabajos. La primera de ellas, la que tiene que ver con los colaboradores de Domínguez. Se han podido rastrear algunos datos sobre ellos, aunque no ha sido posible encontrar información de todos los colaboradores que aparecían mencionados en la prensa de la época. Es necesario un estudio en profundidad de su identidad, su formación, su relación con Domínguez, su participación en el Diccionario y su responsabilidad en la publicación de aquellos pliegos que ya no pudo imprimir el lexicógrafo.
También queda abierta la posibilidad de analizar y comparar la primera edición y la segunda de la obra, puesto que ya desde los editores se anuncian cambios en el cuerpo de la obra (no en el suplemento) debido a errores que habría que subsanar y que aparecerían en la primera edición ya en el suplemento (al haberse realizado ya todas las entregas correspondientes).
Por último, cabría también ver la relación que Domínguez tuvo con las distintas publicaciones periódicas de la época, en las que aparece noticia de sus obras y de su muerte, puesto que, en múltiples ocasiones, las publicaciones muestran por el autor una predilección bastante clara.
Domínguez fue un “lexicógrafo romántico” ( Seco , 1987 b) en el más amplio sentido de la palabra. Lo demostró en vida y en sus trabajos, como ha podido comprobarse en este estudio.
Resumen:
1. INTRODUCCIÓN
2. RAMÓN JOAQUÍN DOMÍNGUEZ: VIDA Y MUERTE DE UN LEXICÓGRAFO
3. LA PUBLICACIÓN DEL DICCIONARIO NACIONAL
4. CONCLUSIONES