in Boletín de Filología
Agencia humana y ciudadanía sociolingüística en la Galicia contemporánea: ideologías, gestión y prácticas de revitalización lingüística
Resumen:
Intensificados por el impacto de la globalización, los procesos de minorización lingüística continúan presentes en las situaciones de bilingüismo social asimétrico, provocando la substitución de las lenguas minorizadas y la marginación, presente o futura, de sus hablantes. Las investigaciones de corte etnográfico en el campo de la Política Lingüística de las últimas décadas, marcadas por un enfoque agentivo, han analizado cómo los nuevos hablantes de lenguas minorizadas se proponen preservar y reclamar sus lenguas a través de la introducción de estas en todas las situaciones, desde las interacciones más informales, como el uso de la lengua en el hogar, hasta las más formales. Todo ello a pesar de los factores que juegan en contra de ello en muchos casos. Tomando el concepto de “ciudadanía sociolingüística” (Sociolinguistic Citizenship) de Stroud (2018) que pone el foco en cuestiones de poder, ideología, legitimidad y marginación, este trabajo examina la relación que se establece entre las políticas lingüísticas gubernamentales y su recepción por los diversos agentes sociales. El análisis de su recepción, esto es, su negación, negociación, apropiación o implementación, informa de las ideologías en torno al uso/no uso de la lengua gallega en Galicia, una lengua oficial minorizada hablada en una comunidad bilingüe en el noroeste de España. A través del uso de varias técnicas de producción de material empírico como las observaciones de campo, entrevistas dirigidas y grupos de discusión, y un análisis cualitativo de este material, esta investigación muestra de qué forma estos actores actúan como agentes políticos a través del uso de la lengua gallega y cómo este uso estratégico cuestiona las políticas lingüísticas estatales y, por ende, el statu quo de las lenguas en Galicia. Este cuestionamiento, cuando se traduce en un cuestionamiento colectivo, puede conducir a políticas lingüísticas de resistencia bottom-up a favor de la revitalización de las lenguas minorizadas.
1. INTRODUCCIÓN
Nota de autor 1
Nota de autor 2
La presión de las lenguas dominantes sobre las minoritarias ha aumentado en las últimas décadas por causa, entre otras, del avance del proceso de globalización. Como consecuencia de este progresivo proceso de minorización, muchos de estos hablantes ven más oportunidades de progreso social si se desplazan hacia una lengua dominante. A pesar de estas presiones, hay hablantes de lenguas minoritarias que reclaman en mayor o menor medida sus derechos lingüísticos como agentes activos, tanto en las situaciones más formales como a través de las interacciones cotidianas y de la transmisión de la lengua dentro del hogar (Annamalai y Skutnabb-Kangas 2020). En este artículo nos centramos en el papel de estos actores en las acciones de revitalización lingüística desde abajo hacia arriba (bottom-up) en los entornos urbanos y periurbanos de Galicia donde el castellano es el idioma predominante. Esto se analizará desde el punto de vista de la “Política Lingüística” (PL a partir de ahora) entendida como cualquier decisión y/o elección realizada sobre la lengua según las necesidades a nivel personal, familiar, empresarial, estatal y/o nacional (Spolsky 2021). La PL se entiende como una herramienta compleja en la que diferentes actores están implicados en distintas escalas. Este proceso, según Ricento y Hornberger (1996 ), es comparable metafóricamente con una cebolla donde las diferentes capas representan diferentes escalas. Mientras que las capas externas representan macrofactores sociales (p. ej. componentes sociolingüísticos, socioeconómicos, sociopolíticos y socioculturales, entre otros), las capas internas representan las prácticas lingüísticas cotidianas, tal y como se dan en las instituciones, en el aula, en la familia o en las interacciones interpersonales. Es decir, los actores que viven y realizan la PL en su día a día son el funcionariado, las empresas, los educadores, los estudiantes, los progenitores y otros miembros adultos de la familia, así como los representantes de la sociedad civil. Estas prácticas lingüísticas son difíciles de documentar porque se realizan en contextos cotidianos de manera sutil e informal, razón por la cual escapan, frecuentemente, al ojo de los responsables de las políticas institucionales, así como de los investigadores (Pennycook 2010). El éxito o fracaso de una PL institucional desde arriba hacia abajo (top-down) depende, en gran medida, de la interpretación e implementación adecuada por parte de los agentes sociales (Kaplan y Baldauf
2003; Nandi 2018).
Entre la gran variedad de perfiles de agentes que participan en prácticas de revitalización lingüística bottom-up en Galicia, nos centraremos en el caso de los neofalantes (literalmente, ‘nuevos hablantes’ en gallego). Este concepto ha sido trabajado y popularizado en Europa en el contexto del análisis de las minorías lingüísticas a través del término new speaker (para un resumen véase Ramallo 2020: 229-242). En su definición canónica, este concepto es usado para describir “individuals with little or no home or community exposure to a minority language but who instead acquire it through immersion or bilingual educational programs, revitalization projects or as adult language learners” (O’Rourke, Pujolar y Ramallo 2015: 1). Esta noción proviene de la lingüística popular, como término émico, y se ha documentado en situaciones sociolingüísticas como la del vasco –euskaldunberri (Urla 2012)–, el bretón –néo-brétonnant (Hornsby 2015)– y el gallego –neofalante (O’Rourke y Ramallo 2013). En el contexto europeo, el interés de este perfil de hablante ha estado relacionado con el aumento de su fuerza demográfica y el prestigio que estos hablantes han transferido a estas lenguas. En un reciente volumen, O’Rourke y Walsh (2020) muestran que el número de nuevos hablantes de gaélico irlandés en Irlanda supera ya al número de hablantes nativos. Particularmente fructífera ha sido la investigación sobre este sujeto en el Estado español (vid. Ramallo, Amorrortu y Puigdevall 2019).
En el caso gallego, los neofalantes son poco numerosos en términos cuantitativos, un 1,8% de los hablantes totales de Galicia y un 4,8% del grupo de hablantes de gallego (Monteagudo y Vázquez-Fernández 2016: 114), aunque su relevancia social para la recuperación de la lengua es significativa en términos cualitativos. La situación sociolingüística de la lengua gallega (§3), caracterizada por una notable vitalidad lingüística y un amplio conocimiento del gallego, particulariza a este sujeto frente a los neohablantes de las otras lenguas peninsulares (Amorrortu, Ramallo y Puigdevall 2019). Así, el interés del neofalante 3 , usado como concepto analítico, está más centrado en la descripción y el análisis de la transformación de su práctica lingüística, como forma de activismo lingüístico reactivo a las políticas lingüísticas estatales y autonómicas, que en su caracterización como “no nativo” (Vázquez-Fernández 2021: 9-10). Pero su importancia no se ubica solo en la transformación de su propia práctica, sino también en nuevas formas de política lingüística familiar (vid. Nandi 2019, 2023; O’Rourke y Nandi 2019) y otras formas de agencia (vid. Nandi 2017a; Vázquez- Fernández en preparación).
En este artículo exploramos el papel de diferentes actores progallego en procesos de revitalización del gallego que incluyen a estos sujetos neofalantes, pero no únicamente. Por “actores progallego” entendemos a todos aquellos actores que, independientemente del grado de uso de la lengua gallega, se manifiestan a favor de su recuperación y reclaman su uso público (vid. Nandi 2017a). Para ello, consideramos a los hablantes como una parte integrante del régimen de la política lingüística. Partiendo del marco analítico de la “ciudadanía sociolingüística” (Sociolinguistic Citizenship en inglés,Stroud 2001), situamos el papel de la agencia grupal de estos actores en la elaboración de prácticas de PL (vid. Nandi, García-Ruiz y Manterola en prensa). Para ello, exponemos brevemente la situación sociolingüística de Galicia a fin de contextualizar la situación social de la lengua y localizar las prácticas que describiremos más adelante. Seguidamente, ofrecemos una exposición de la metodología de investigación que resulta de dos trabajos de campos independientes pero complementarios. A continuación, en el apartado de resultados, mostramos estas formas de agencia a través de viñetas que ejemplifican diversas acciones llevadas a cabo por los hablantes de lenguas minorizadas en contextos de revitalización lingüística. Por último, recogemos algunas de las aportaciones y discusiones que creemos de importancia en el apartado final de conclusiones.
2. LOS HABLANTES COMO AGENTES EN LA POLÍTICA LINGÜÍSTICA: IDEOLOGÍAS, PRÁCTICAS Y CIUDADANÍA SOCIOLINGÜÍSTICA
En los estudios clásicos sobre Política y Planificación Lingüísticas, la atención principal recaía en la acción de los Estados-nación respecto a la gestión de su diversidad lingüística. De esta forma, el análisis se centraba en los principales documentos de PL, constituciones y regulaciones estrictamente lingüísticas, y se elaboraban taxonomías de las diferentes formas de gestión lingüística por parte de los gobiernos (para un desarrollo cronológico de la disciplina véase Jernudd y Nekvapil 2012). Este tipo de aproximación consistía en un análisis descriptivo y comparativo de las situaciones macrosociolingüísticas en las que la acción de los hablantes, o bien no existía, o bien era presupuesta como resultado directo de las PL estatales –en una aproximación analítica top-down. Recientemente, los análisis etnográficos han puesto el acento en la perspectiva del actor, en las razones prácticas para el desarrollo de políticas lingüísticas en la familia, en la empresa o propiamente individuales. Estos análisis que ponen el foco en las formas de (re)interpretación de las PLs estatales han sido calificadas de agentivos, un enfoque bottom-up (vid. Johnson 2013).
En estas aproximaciones, el término agencia ha sido definido como “the intention or the capability of an individual to act, initiate, self-regulate, or make differences or changes to their situation” (Liddicoat y Taylor-Leech 2020: 1) y, desde una perspectiva más antropológica, “Agency refers to the socioculturally mediated capacity to act” (Ahearn 2001: 28). La clave de esta aproximación está en la capacidad “socioculturalmente mediada” que nos indica que el sujeto no actúa al libre albedrío, sino bajo algún tipo de restricciones, tal y como apunta, entre otros, el constructivismo estructuralista o estructuralismo constructivista de Bourdieu ([1980] 2008), o la teoría de la estructuración de Giddens ([1984] 2003). Desde esta perspectiva, el interés reside en explorar los posicionamientos de los distintos actores sociales en relación con los discursos en circulación sobre la PL que estructuran su acción.
Para el análisis de las PLs, partimos del modelo clásico de análisis planteado por Spolsky (2004) que atiende a tres factores interrelacionados aunque analíticamente susceptibles de división: la ideología, la gestión y la práctica lingüística. El componente de las ideologías dentro de la PL incluye la atención a las creencias, actitudes y normas que describen el valor de una lengua. Los intentos de recuperación de la lengua ya sean gubernamentales o llevados a cabo por actores sociales, siempre implican la reconfiguración de las ideologías lingüísticas, sobre el valor y el uso de una lengua minorizada frente a las ideologías dominantes y convencionalizadas que respaldan la(s) lengua(s) hegemónica(s) en una sociedad (Nandi y Devasundaram 2017). Estas ideologías lingüísticas se manifiestan a través de la práctica lingüística. La práctica lingüística es la elección de las variedades lingüísticas disponibles en el repertorio lingüístico de cada hablante. Por último, la gestión de la lengua se define como todo esfuerzo consciente y explícito realizado por los actores que mantienen o pretenden ejercer el control sobre otros agentes, o sobre ellos mismos, en un contexto específico para modificar su comportamiento lingüístico (Spolsky 2019). Este artículo concibe y sitúa la gestión lingüística, bien sea individual y/o grupal, de la población progallega con un fin de revitalización lingüística como una forma de ciudadanía sociolingüística (Stroud 2018).
La ciudadanía, en el sentido más simple, se refiere a la relación que existe entre un individuo y el Estado (Spotti 2011). Dado que el idioma está en el epicentro de los conflictos cívicos (Stroud 2007), el concepto de ciudadanía sociolingüística remite a las acciones prácticas que contestan a la exclusión lingüística, tanto las abiertamente políticas como las interacciones cotidianas, basado en la teorización de los “actos de ciudadanía” (Isin 2008). Por lo tanto, se puede definir la ciudadanía sociolingüística como “acts of language, frequently and of necessity, performed outside of the institutional status quo, that engage with voices on the margins to create conditions for a transformative agency” (Stroud y Kerfoot 2021: 10). Es decir, se trata de poner el foco en los hablantes como agentes de reivindicación de sus derechos lingüísticos en relación con el propio Estado, más que de tener al Estado como agente principal (Deumert 2018). A pesar del acento en los actos efectuados fuera del statu quo institucional que propone esta perspectiva, cabe recordar que la existencia de una regla, incluso de carácter jurídico, no supone su cumplimiento. Sin embargo, las normativas jurídicas predisponen a un interés en estar “en regla con ellas”, ponerlas de nuestra parte; así, los grupos pueden presentar sus propios intereses bajo la apariencia de intereses reconocidos por el propio grupo (Bourdieu 2008: 174). De esta forma, los actores pueden crear su propia agenda lingüística y “resistir” desde abajo si están desilusionados con las políticas del Estado (McCarty 2011), más aún si tienen algún tipo de normativa de su lado con la que puedan estar en regla.
Actualmente, Galicia es un ejemplo paradigmático de esta situación. En los contextos urbanos y periurbanos de las grandes ciudades, agentes progallego –entre ellos el ya comentado caso del neofalante– llevan a cabo diversas acciones orientadas a la creación de espacios, actividades de dinamización y reivindicaciones políticas a favor de la lengua gallega movidos, en parte, por la lógica del proceso de normalización lingüística. No obstante, estas acciones suponen un cuestionamiento tanto de la actuación del gobierno autonómico de Galicia en materia de Política Lingüística, como del marco en el cual estas políticas se encuadran, la Constitución Española y el gobierno del Estado. Bajo este prisma, en este trabajo investigaremos este tipo de acciones en el contexto particular de revitalización lingüística en la Galicia actual.
3. LA SITUACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA DE GALICIA
Históricamente, la comunidad lingüística gallega se ha caracterizado por su condición diglósica, que desembocó en un proceso de substitución lingüística de la lengua percibida como baja, el gallego, por la percibida como alta, el castellano, de forma particularmente intensa y acelerada durante la dictadura franquista (1936-1975) en el Estado español (Monteagudo 2019: 18). Siguiendo la tradición historiográfica gallega, esta diglosia ha sido, en un primer momento, una situación de diglosia funcional, un bilingüismo de élite, para realizar la transición hacia a un bilingüismo funcional-social de masas, un bilingüismo sustitutivo como paso intermedio hacia el monolingüismo en castellano y la consecuente desgalleguización (Monteagudo 2017: 17). Los ejes que han estructurado esta diglosia social a altura del siglo XIX y que dan al proceso de substitución están relacionados con el estatus social (alto/bajo), el hábitat de los hablantes (rural/urbano) y el contexto de uso de la lengua (formal/informal, público/privado) (Monteagudo 2021: 51).
Esta situación de diglosia social se extiende y se asienta durante el franquismo (1936-1975) y es una de las causas que acelera el proceso de substitución lingüística. Las causas de esta aceleración están relacionadas con el fortalecimiento del Estado nacional y el papel de sus aparatos ideológicos como la escuela, tanto para la extensión de la lengua castellana como para la represión contra el uso de la lengua gallega, y los medios de masas, la radio y, particularmente, la televisión, que jugaron un papel de creación de nuevos modelos sociales en los que el gallego estaba ausente (Monteagudo 2021: 59-72). Coincidiendo con la dictadura y con el impacto de estos factores, a mediados del siglo XX, Galicia experimentó tres procesos sociodemográficos interrelacionados que alteraron el orden sociolingüístico vigente: una terciarización de la economía que supuso el abandono del sector primario; una acusada desruralización, convirtiéndose así en una sociedad fundamentalmente urbana y con una concentración de la población en las áreas urbanas más dinámicas de Vigo, Santiago de Compostela y A Coruña; un cambio importante en la estructura demográfica gallega, que pasó de ser una sociedad fundamentalmente envejecida, fruto de la situación de emigración y del atraso económico del país (Subiela 2016: 27-36). Estas transformaciones trastocaron la ecología en la cual el gallego se había reproducido con unos índices de vitalidad particularmente altos y marcan las condiciones del proceso de institucionalización del gallego.
Muerto el dictador (1975), se puso en marcha una lucha por la constitución de una democracia homologable a las europeas que se resolvió con la aprobación de la Constitución Española (1978) y del Estatuto de Autonomía de Galicia (1981). Desde un punto de vista jurídico, podríamos definir la situación gallega como de bilingüismo asimétrico, con una lengua oficial en todo el Estado español, sancionada por el artículo 3 de la Constitución española, el castellano, y con otra, el gallego, oficial sólo en el territorio autonómico y considerada como “propia” por el Estatuto de Autonomía de Galicia, norma jurídica de máximo rango en Galicia. Este proyecto de revitalización lingüístico-cultural, fraguado en la resistencia durante los años del franquismo, culminó en un proceso de institucionalización acuñado como normalización lingüística y cuyo inicio marca la aprobación de la Lei de normalización lingüística (1983). Sin embargo, la institucionalización del gallego y la puesta en marcha del proceso de revitalización no coindicen con una reversión de la substitución sino, en términos generales, con una ralentización de este proceso que en la actualidad parece estabilizada, con sutiles movimientos de flujo y reflujo. Tras esta ralentización no existe un proceso social unívoco de desgalleguización, sino tendencias contradictorias con diferentes incidencias: desde el abandono de la lengua gallega, que es predominante, a su mantenimiento, pasando por la ganancia y recuperación de hablantes (Monteagudo, Nandi y Loredo 2020; Ramallo y Vázquez- Fernández 2020).
A grandes rasgos, las instituciones han estado bajo gobiernos conservadores desde la restauración democrática. En estos primeros años se llevó a cabo un proceso de institucionalización muy intenso que derivó en la creación de la radio, la televisión, la prensa escrita, la emergencia de un campo cultural gallego y la introducción de esta lengua en la enseñanza obligatoria y universitaria, entre otras. Paralelamente, corrió un intenso proceso de estandarización de la lengua no exento de conflicto (para una visión crítica de este proceso véase Herrero Valeiro 2011). En este tiempo, la PL en Galicia se caracterizó por una buscada ausencia de conflictividad social bajo el modelo del llamado “bilingüismo armónico” y con una planificación lingüística caracterizada como “de baja intensidad” (Lorenzo 2005), si bien las interpretaciones más críticas con las PL de esta etapa las caracterizaban como orientadas hacia la normalización social del español (Herrero Valeiro 2015). Tras varias décadas de gobierno conservador (PP), el cambio de gobierno se resolvió a través de un pacto de gobierno entre socialistas (PSdG-PSOE) y nacionalistas (BNG), conocido como el gobierno del bipartito. Con este gobierno, la PL tomó un rumbo más proactivo poniendo en marcha nuevas medidas de revitalización y alterando el statu quo de las lenguas en Galicia que se había sostenido, hasta entonces, en la desatención a los compromisos adquiridos en el proceso de normalización lingüística durante las dos últimas décadas (vid. Nandi 2023).
Los últimos años del gobierno (2007-2009) estuvieron fuertemente marcados por las críticas a la PL autonómica: por un lado, los detractores del bipartito (PP y actores contrarios a la normalización del gallego) a través del discurso de la “imposición lingüística”; por otro, los sectores gallegófonos más movilizados en contra de una política de laissez-faire que había dominado las anteriores legislaturas y a favor de la línea de intervención del bipartito (Nandi 2017b). Posteriormente, la victoria en las elecciones del gobierno conservador dio comienzo a una nueva etapa en la PL caracterizado por retrocesos respecto a la PL del gobierno anterior. Entre ellos, la supresión del modelo de educación infantil (0-3 años) en lengua vehicular gallega (galescolas), la degradación de las funciones de los equipos de normalización lingüística, unidades específicas para la promoción del gallego en las escuelas, y la aprobación de un nuevo decreto lingüístico- educativo para la enseñanza obligatoria.
Una de las novedades que incorporaba este decreto era la distribución horaria igualitaria en gallego y castellano en la docencia de las materias no lingüísticas con la progresiva introducción de una tercera lengua de instrucción, el inglés. Esta disposición suponía una reducción de la presencia del gallego en las aulas que se situaba en un mínimo del 50% en el anterior decreto del gobierno bipartito. De una forma ciertamente sutil y a través del ensalzamiento del plurilingüismo, la aprobación del Decreto 79/2010, de 20 de mayo, para el plurilingüismo en la enseñanza no universitaria de Galicia abría la puerta a la reducción de las horas lectivas en gallego como modelo para estos nuevos colegios que adquieran la condición de plurilingües. Con ello, se abría la puerta a acallar a los sectores más reactivos a las políticas normalizadas (vid. Monteagudo, Loredo, Vázquez-Grandío y Nandi 2021).
Resumidamente, la situación que se plantea en la segunda y comienzos de la tercera década del siglo XXI en Galicia es la de una situación conflictiva. Este conflicto se da, por una parte, por el giro nacionalizador de la derecha conservadora en el Estado español, que se refleja en Galicia con intensidad en esta época; por otra, por la progresiva substitución del gallego y la consecuente movilización social de los sectores progallego más concienciados. Si bien esta tensión nunca ha dejado de estar presente desde la propia dictadura, los años recientes han supuesto un incremento exponencial del tema lingüístico, con un aparente triunfo, primero, de la ofensiva contranormalizadora y el discurso de la “imposición”; segundo, con el giro plurilingüista de las instituciones como eufemismo de la ruptura de los consensos lingüísticos del pasado. En este contexto es donde surgen las acciones destinadas a revertir el statu quo de las lenguas que aquí presentamos. Desde esta perspectiva, la substitución –junto al proceso de revitalización– y el neofalantismo, constituyen dos procesos interdependientes en una dinámica entrelazada con intensidades diferentes. Así, el neofalante no sería tanto una consecuencia directa (y buscada) de las políticas lingüísticas, sino una reacción a su propia ineficacia. De forma similar actúa la agencia de los hablantes de gallego en los casos de la política lingüística familiar, como políticas de “resistencia”, o en la creación de nuevos espacios para la lengua, tal y como mostraremos a continuación.
4. DISPOSITIVO METODOLÓGICO
En las investigaciones sobre PL, la perspectiva etnográfica y las técnicas a las que se asocia se consideran útiles para comprender las prácticas lingüísticas cotidianas de los distintos agentes, así como la forma en la que estas interactúan con las políticas a nivel macro (Hornberger 2015). Este artículo es producto de un análisis exhaustivo y comparado de una parte del material empírico producido en el transcurso de dos tesis doctorales con metodologías similares (véanse Nandi 2017a; Vázquez-Fernández en preparación) y una posterior vuelta al campo a fin de documentar otras prácticas lingüísticas que complementaban nuestro estudio.
Concretamente, el diseño de la producción del material asume una perspectiva etnográfica, si bien enfatiza la perspectiva del actor y sus formas de comprensión de sus prácticas lingüísticas a través de entrevistas semidirigidas y grupos de discusión. También se ha realizado un trabajo de documentación, principalmente de legislación lingüística y material documental (cartelería, noticias de prensa, entre otras). El trabajo de campo realizado por Nandi fue realizado entre noviembre de 2013 y enero de 2015 en cinco contextos urbanos y periurbanos de Galicia, mientras que el trabajo de Vázquez-Fernández fue realizado entre octubre de 2018 y junio de 2019 con alumnos de la Universidade de Vigo. Todo el material que aquí se presenta ha sido pseudonimizado. Además, la documentación de material online y la observación de otras prácticas en la red se produjo por ambos autores durante el año 2021. Tanto las entrevistas individuales como los grupos de discusión se realizaron exclusivamente en gallego.
Las muestras teóricas de los trabajos comprenden a agentes sociales progallego de entre dieciocho y cincuenta años, seleccionados por ser progenitores progallego y estudiantes universitarios, que habitan entornos urbanos en dos de las cinco ciudades de Galicia, concretamente Santiago de Compostela y Vigo, y sus periferias. A pesar de poder hablar de una tendencia sociolingüística común que denominamos como substitución lingüística del gallego para ambas localizaciones, la caracterización sociolingüística difiere entre ellas: en la ciudad de Vigo, con una industrialización muy rápida a mediados del siglo XX y, actualmente, la ciudad más poblada de las siete ciudades gallegas, un tercio de la población es gallegohablante habitual mientras que en Santiago de Compostela, capital de Galicia, ciudad universitaria y lugar de buena parte de las instituciones autonómicas, la mitad de la población es gallegohablante habitual (véanse Monteagudo, Loredo y Vázquez-Fernández 2016: 160).
El procedimiento de trabajo con el corpus fue el de la revisión de las codificaciones previas y la recodificación en categorías de análisis compartidas que respondieran a los objetivos de la investigación. El análisis del corpus empírico se realizó a través del “análisis temático” (Clarke y Braun 2017) a fin de describir los fenómenos asociados a las preguntas de esta investigación. Este tipo de análisis nos permite detectar una serie de temáticas recurrentes y, a través de ellas, ofrecer descripciones de las vivencias de los hablantes, sus racionalizaciones sobre la gestión lingüística, las ideologías expresadas y subyacentes a sus prácticas (verbalizadas o no) que organizamos e incorporamos como los resultados del análisis (§5).
5. ANÁLISIS
Esta sección ofrece una descripción general de las estrategias de gestión lingüística por los agentes progallego y muestra cómo las prácticas lingüísticas individuales orientadas con un propósito de revitalización lingüística se convierten en movilizaciones colectivas y pueden influir el comportamiento lingüístico de la sociedad. Durante la búsqueda de los temas recurrentes, nos centramos especialmente en las prácticas y la comprensión de los propios agentes en sus acciones de planificación lingüística, tanto a nivel individual como colectivo y coordinado, así como los sentidos subjetivos que estas prácticas tenían en un contexto social marcado por la “pérdida de la lengua”.
5.1. El uso de la lengua y la activación de los otros: agencia, habitus escindido y gestión lingüística
En Galicia, como en otras comunidades bilingües, la proximidad estructural de las lenguas y el bilingüismo social extendido mantienen a los hablantes en continua negociación sobre la elección del código. Los factores que influyen en la elección de código son variados, marcados por la historia personal del hablante y su relación con las lenguas, así como por las normas socioculturales.
A pesar de que la situación de bilingüismo en Galicia es asimétrica (§3) y la valorización social de las lenguas es desigual, los hablantes de castellano también gestionan sus usos lingüísticos e incorporan el gallego como lengua de relación interpersonal. Este es el caso de Ana, una madre de Bertamiráns, un pueblo dormitorio limítrofe a la ciudad de Santiago de Compostela. Ana no tuvo el gallego como primera lengua, sino que la aprendió en el sistema educativo. Aunque su familia y amigos cercanos hablan en castellano, ella declara que intenta usar su conocimiento del gallego académico incorporándolo de forma práctica en su vida diaria como forma de ampliar su repertorio lingüístico:
La selección de las expresiones como “intenté aprender y tratar de aplicar el gallego a la vida cotidiana, no solo para saberlo académicamente” e “intento hablar gallego cada minuto” muestran que Ana, como madre y nueva hablante, asume el papel de la responsable de la gestión lingüística al nivel personal –lo que Spolsky (2021) denomina como individual self- management– para controlar y/o modificar sus prácticas habituales ( Nandi, en prensa). Además, afirma hablar con su hija en gallego durante al menos una hora todos los días. Ana añade que, si empiezan a hablar en gallego durante la cena, su pareja y su hijo mayor, normalmente, participan en la conversación, pasando del castellano al gallego.
Esta acción declarada por parte de Ana de incluir una lengua minorizada en su repertorio lingüístico desplazando al castellano, el idioma predominante en los lugares de socialización e interacción muestra un ejemplo de agencia individual. La interrelación constante entre las disposiciones adquiridas y el contexto de relación, la (re)actualización entre habitus y campo en la teoría de Bourdieu (1991), es central para entender la acción social de Ana. Mientras elabora su justificación sobre la elección lingüística, cita su decisión consciente de incorporar el gallego en su repertorio. Al hacerlo, recurre a su agencia individual para abordar el campo fluctuante que constituye la exterioridad del terreno sociolingüístico castellano/gallego. Podría argumentarse que su habitus, este esquema generador de prácticas y de percepciones conformado esencialmente por estímulos sociales externos, está en arbitraje con su eventual decisión individual de adherirse al gallego, un habitus escindido. Su diálogo interno está entrelazado en negociación con múltiples factores en la esfera externa, como la influencia de otros miembros de la familia y el impacto ideológico del discurso de revitalización.
Es así que hablar de agencia individual o gestión lingüística a nivel personal no debiera hacernos pasar por alto que toda práctica lingüística (individual) es siempre interindividual. Frente a los supuestos individualistas que subyacen en nuestra modernidad (Dumont 1987), la aproximación que aquí hacemos es una perspectiva relacional, tanto de la práctica lingüística como de su gestión (§2). En las entrevistas a los jóvenes universitarios que tienen castellano como lengua habitual y que comenzaban a desplazar el castellano por el gallego, una de las constantes reflejadas en sus relatos sobre su experiencia vivida con la nueva lengua era el efecto en los otros percibido por su nueva práctica gallegófona y la influencia de los otros en su propia práctica. En la entrevista a Líria, donde nos habla sobre sus primeras experiencias hablando gallego de forma habitual, ella destaca el cambio de sus interlocutores al escucharla hablar gallego y las sensaciones subjetivas en la comunicación que ello aportaba: la mirada, la sonrisa y una cierta complicidad por parte de algunos de sus interlocutores. Al preguntarle a Líria por su experiencia al hablar en espacios públicos, ella lo describe así:
En el relato de Líria, desde el punto de vista de la teoría de la acomodación comunicativa, lo que vemos son episodios de convergencia lingüística entendida como el ajuste al comportamiento comunicativo del otro (Dragojevic, Gasiorek y Giles 2016). Concretamente, Líria retrata una acomodación lingüística subjetiva por parte de sus interlocutores, entendiendo que las variedades lingüísticas puestas en circulación son percibidas por ella como iguales, si bien, con toda probabilidad, correspondan a variedades lingüísticas del gallego diferentes.
Esta apuesta por la convergencia transmite información relacional sobre la proximidad intergrupal, “parece como que é máis cómplice”, y también información social sobre la valorización social de la lengua “creo que ata me sorrían máis se falaba”. Además, esta orientación inicial por parte de sus interlocutores hacia la convergencia se da como una sorpresa, como una transgresión de las normas de uso lingüístico esperadas. Así, se puede observar cómo las ideologías en torno al uso de las lenguas en Galicia no solo orientan los comportamientos lingüísticos, sino que también los modelan.
Los casos de convergencia que registramos hacia el gallego son variados. Uno de los más interesantes para lo que tiene que ver con la influencia en los demás se da en el ámbito familiar, concretamente con hermanos y hermanas pequeños. A través del cambio experimentado por sus hermanos mayores, los hermanos menores introducen el gallego en las conversaciones con los hermanos mayores o en su uso privado de las redes sociales tras este contacto con la lengua. El testimonio de Celia, joven urbana y viguesa, da cuenta de esto:
El funcionamiento de los episodios de convergencia y la transformación lingüística en el ámbito familiar en el caso de los más pequeños, se puede explicar de manera satisfactoria a través del concepto de modelado de Bandura (2010 ). En su teoría, un modelo es la persona (o grupo) con quien el aprendiz se identifica. En el caso expuesto, los hermanos mayores actuarían como modelos, figuras de referencia, en la socialización primaria, imitando las razones prácticas de estos modelos e incorporándolos a sus propias prácticas.
Por otra parte, el uso de la lengua gallega por parte de otros pares supone también un activador para la práctica lingüística propia, una práctica que es reconocida por los sujetos, pero también fácilmente observable. En las entrevistas a los jóvenes hablantes de castellano, la importancia de estos pares gallegófonos es variada. Desde un incentivo al uso de la lengua gallega, constituyendo un refuerzo positivo a los propósitos propios de un mayor uso de esta legua, al hecho de ser “pilares” en este proceso de desplazamiento, así como el hecho de ser personas de referencia para hacer preguntas lingüísticas, ser “mi diccionario”, hasta el hecho de ejercer como “correctores”.
Para la reflexión sobre la agencia lingüística, estos fenómenos de convergencia lingüística, de uno propio y de los otros, dan buena cuenta de los efectos que supone en el entorno el mantenimiento de la práctica gallegófona, sobre todo cuando esta es enunciada en el gallego estándar como lengua legitimada. Particularmente en nuestro caso, el caso de los neofalantes –un perfil de los menos convergentes al castellano entre los analizados en los estudios de demolingüística (Monteagudo, Loredo y Vázquez-Fernández 2016: 123)–, la práctica exclusiva en gallego es, también, una estrategia conversacional que implica la presentación de un self gallegófono y “concienciado”. De hecho, la transformación de práctica lingüística de estos sujetos, siendo estrictamente individual, está dirigida también a interpelar al otro y así es que, frecuentemente, el otro se siente interpelado. El relato de Cloe sobre la reacción de sus pares es representativo de esta cuestión:
Tal y como en la gestión lingüística personal de Ana, Cloe también ha decidido incorporar en su repertorio la práctica lingüística gallegófona. Sin embargo, a diferencia de la primera, esta decisión de incorporar el gallego es explícitamente social. Tal y como Cloe enuncia, su cambio de lengua no implica un desconocimiento de las normas sociales de interacción, el mantenimiento de la lengua habitual de su interlocutor y el mantenimiento de una conversación bilingües, sino una voluntad de subvertirlas. Su incipiente cambio en la lengua habitual de comunicación hacia una práctica lingüística monolingüe gallegófona frente a hablantes de lengua castellana supone un acto de compromiso que visibiliza la minorización de la lengua gallega y un compromiso personal que se traduce en reclamo social, tal y como el extracto recoge. Sus interlocutores se ven interpelados hacia la convergencia lingüística. Este reclamo de convergencia en gallego es posible, tal y como hemos explicado en el apartado teórico, por la presencia de una estructura normativa –Lei de Normalización Lingüística, Plan Xeral da Lingua Galega, entre otras– y ética sobre el uso de la lengua gallega en Galicia –el marco de la revitalización lingüística–, aun siendo esta estructura lo suficientemente débil para no producir los efectos sociales deseados, la desminorización de la lengua gallega.
En los ejemplos precedentes hemos visto formas de gestión y agencia lingüísticas en las que se modelan la práctica lingüística de los otros y que identificamos como actos de ciudadanía sociolingüística, esto es, acciones que pretenden transformar las condiciones de legitimidad de la acción política (Stroud y Keerfoot 2020), en este caso a través del uso y la introducción “por defecto” de la lengua minorizada en las conversaciones cotidianas. Si bien la convergencia hacia el gallego como práctica general no es mayoritaria en los contextos en los que hemos desarrollado nuestra investigación, la agencia lingüística a favor del gallego supone un factor en la activación de los hablantes de lengua castellana como acto buscado de transformación de las condiciones de legitimidad del uso de la lengua gallega. En las interacciones que hemos analizados, cuando la práctica gallegófona por parte de los nuevos hablantes resulta en convergencia lingüística, hay un cumplimiento de las motivaciones principales para el uso de la lengua de estos hablantes, que ven sus actos de ciudadanía sociolingüística complidos. Sin embargo, también puede suponer casos de divergencia lingüística, tanto implícita como explícita, esto es, las variedades divergen y actúan como una diferencia que expresa una distancia grupal (de clase, hábitat o status) lo que puede provocar reacciones defensivas y, en definitiva, conflicto lingüístico.
Es así que este tipo de actos de ciudadanía lingüística, cambian el significado y la importancia de la práctica lingüística gallegófona y afirman modos de interacción lingüística basados en el compromiso con la revitalización lingüística. La agencia lingüística de los hablantes descrita en las anteriores líneas ejerce la transformación de los contextos inmediatos y es en estos procesos de transmisión intrageneracional de las lenguas minorizadas, que se movilizan en diferentes espacios sociales, donde la aparición de neofalantes suele también tener lugar (Ramallo 2020: 239).
5.2. Ciudadanía sociolingüística y movilización social
A finales de los años 80, tras la institucionalización del gallego y con el proceso de normalización lingüística ya en marcha, el activismo lingüístico organizado se diversificó. De los proyectos de resistencia culturales y de los partidos políticos organizados en el franquismo surgen nuevas organizaciones donde la defensa de la lengua gallega cobra un carácter central. Muchas de estas organizaciones tienen una estrecha relación con las nuevas necesidades que la Lei de Normalización Lingüística (1983) presentaba. Sin carácter de exhaustividad, hablamos de asociaciones estrictamente lingüísticas como A Mesa pola Normalización Lingüística, Prolingua, a Associaçom Galega da Língua o Queremos Galego, pero también de otras donde la defensa de la lengua es central y está vinculada a las nuevas necesidades y exigencias de la institucionalización lingüística como la Asociación Socio-Pedagóxica Galega o la Coordinadora de Traballadores pola Normalización Lingüística.
5.2.1. Crear escuelas de inmersión en gallego como forma organizada de agencia
El actual decreto lingüístico para la enseñanza obligatoria, oficialmente Decreto 79/2010, de 20 de mayo, para el plurilingüismo en la enseñanza no universitaria de Galicia, dispone que el medio de instrucción del sistema preescolar en los centros de educación infantil sea el idioma predominante de la mayoría de los estudiantes del aula. Teniendo en cuenta la composición demolingüística de las zonas urbanas y periurbanas de Galicia, mayoritariamente castellanohablante, esta disposición supone la invisibilización de la lengua gallega en estas geografías (Loredo y Silva 2021). Además, el decreto establece un reparto equitativo de horas entre las dos lenguas oficiales, gallego y castellano, con la progresiva introducción de una tercera, el inglés, para la educación infantil y secundaria. Este reparto equitativo contempla la asignación a cada lengua de unas asignaturas: en educación primaria, Conocimiento del medio natural, social y cultural en gallego, y Matemáticas en castellano; en educación secundaria obligatoria, se impartirán en gallego Ciencias sociales, geografía e historia, Ciencias de la Naturaleza y Biología y geología, y en castellano, Matemáticas, Tecnologías y Física y química. Desde el inicio de su implementación, el Decreto del Plurilingüismo recibió una fuerte contestación, tanto de las minorías más activas y organizadas a la vuelta de las asociaciones antes mencionadas como de otros sectores, con destaque para la oposición de las tres universidades públicas y la Real Academia Galega. Además, la aprobación de esta nueva legislación lingüística supuso el incumplimiento del artículo 8 de la Carta de las Lenguas Regionales y Minoritarias por parte del gobierno español para la lengua gallega (Vázquez-Fernández 2020).
Particularmente interesante para el tema que nos ocupa fue la reacción de una parte de los sectores progallego, militantes en la defensa del idioma, que comenzaron a crear iniciativas desde abajo (bottom-up) para construir nuevas políticas lingüísticas más favorables a sus intereses. Una de esas iniciativas fue la creación de guarderías y colegios con programas de inmersión en gallego. Samuel, un padre neofalante de Santigo de Compostela que forma parte de la Asociación Semente y que financia la Escola Semente –literalmente “Escuela Semilla”– en la capital gallega reflexiona sobre el proyecto así:
Al hablar de las razones que motivaron la creación del modelo Semente, Samuel destaca cómo las guarderías y colegios se han convertido en contextos de desgalleguización para los niños gallegohablantes durante los primeros años. Su observación coincide con la evidencia estadística a nivel macro del cambio lingüístico hacia el castellano entre los niños y jóvenes adolescentes (vid. Monteagudo, Loredo, Vázquez-Grandío y Nandi
2021). Por ello, ante las consecuencias para la socialización lingüística de sus descendientes, miembros de la sociedad civil y progenitores como Samuel a través de su agencia individual sensibilizan y movilizan a la ciudadanía con el fin de impugnar el dominio del castellano en Galicia. El extractor anterior permite ver cómo los padres activistas están ampliando colectivamente el espacio simbólico del gallego a través de su agencia grupal. En una comunidad lingüística como la gallega, en la que la existencia de hablantes tradicionales en los espacios urbanos y periurbanos es reducida, estos progenitores progallego pueden desempeñar un papel importante en el proceso de revitalización de la lengua desde la base al crear políticas lingüísticas alternativas desde abajo hacia arriba. Actualmente hay más de cien miembros en la Asociación de Padres de Semente. Durante el trabajo de campo se realizaron varias visitas a Semente y se observó que las aulas estaban repletas de materiales de alfabetización en gallego. Esto incluía libros de cuentos en gallego, letras de canciones tradicionales gallegas y otros materiales audiovisuales. Las familias interesadas pueden tomar prestados estos recursos para crear en casa un entorno de alfabetización centrado en el gallego. La escuela Semente es un caso ilustrativo de agencia colectiva en la promoción del gallego que surge frente a una escuela pública obligatoria que no cumple con el mandato del proceso de normalización lingüística del gallego.
5.2.2. Espacios de uso y aprendizaje para el gallego: los Faladoiros y las Reuniones de Neofalantes
A comienzos de la segunda década del siglo XXI (§3), una de las principales preocupaciones para la continuidad de la lengua gallega es su bajo uso entre la población joven y la escasa presencia de hablantes en los núcleos más dinámicos social y económicamente, esto es, las ciudades y su periurbano (Monteagudo, Loredo y Vázquez 2016: 161, 181). El hábitat de residencia es el marcador más relevante para entender los usos lingüísticos de la juventud ya que en las ciudades la presencia de gallegohablantes habituales es minoritarias. Así, una buena parte de la juventud urbana tiene una baja afinidad con esta lengua y, en términos generales, la juventud gallega continúa asociado la lengua gallega con la ruralidad y/o la vejez (Consello da Cultura 2017: 113). En estos contextos sociolingüísticos, las iniciativas que describimos a continuación inciden precisamente en la búsqueda del uso de la lengua gallega por parte de no hablantes de gallego en estos contextos.
El primer caso que presentamos es el de los “Faladoiros” que nace como una iniciativa –ahora convertida en asociación– de un pequeño grupo de personas que se desarrolla de manera presencial en la ciudad de Vigo, principalmente con voluntariado de la ciudad y del entorno. Esta iniciativa se articula como un conversatorio en lengua gallega en grupos reducidos para hablantes no habituales de lengua gallega que carezcan de espacios de práctica. Entre sus objetivos declarados se encuentran el de dotar de estos espacios de expresión en lengua gallega, mejorar la competencia oral de los asistentes, favorecer la autoconfianza, fomentar el uso social y contribuir a la normalización de la lengua gallega.
El desarrollo de los “Faladoiros” se articula en torno a unas temáticas previamente acordadas y cerradas, que huyen del debate político, normativo o sociolingüístico de forma explícita en sus primeras normas de convivencia. Si bien en un primer momento se habían diseñado para el espacio concreto de la ciudad de Vigo, la pandemia y las restricciones de movilidad y aforo llevaron a una reformulación de su funcionamiento incorporando unos conversatorios en línea. Paradójicamente, estas sesiones tuvieron un éxito notable con una gran acogida también fuera de Galicia. Su más reciente campaña, “Fálao, ti que podes” ( Mariño, 26/06/2022) reúne decenas de vídeos animando a la práctica gallegófona desde diversos países del mundo por gente muy diversa.
El segundo caso corresponde a una iniciativa también centrada en la creación de nuevos espacios, las “Reunións de neofalantes” (Triñáns, 22/02/2021), exclusivamente en línea. Esta iniciativa surge a través de una usuaria de twitter la cual invitaba a neofalantes de Ferrolterra y Ortegal a una reunión virtual a través de la plataforma Jitsi.org. La iniciativa se presenta como un espacio online en una “red pública, democrática y segura” y se demarca como un lugar donde visibilizar al neofalante. La temática de las reuniones es variada, pero siempre pivotando sobre la transformación de la práctica lingüística habitual hacia el gallego: motivaciones para hablar en gallego, estrategias para ser “neofalante” o técnicas para “revivir” el gallego.
Este tipo de acciones son concebidas como respuesta a la situación de substitución lingüística vivida por la comunidad lingüística gallega y a la ineficiencia de las políticas públicas para su reversión. Así, la creación y participación de este tipo de espacios supone una acción de ciudadanía sociolingüística en tanto que pretende revertir el statu quo a través del desarrollo de líneas de actuación alternativas que parten desde abajo hacia arriba. De este modo, son políticas lingüísticas que pretenden modelar los espacios concretos en los que se realizan. Sin embargo, esta modelización se realiza a través de formas diferentes de acción. Mientras las “Reunións de neofalantes” parten de una concepción abierta de la participación, con un enlace electrónico abierto a todo el público, sin registro, sin normas prestablecidas y con un componente informal de regularidad en las sesiones, los “Faladoiros” se articulan con una concepción más cerrada de la participación, control de la composición de los grupos por niveles lingüísticos, control sobre las temáticas, normas explícitas de funcionamiento y convivencia, de compromiso entre los participantes y voluntarios, etc. En ellas se pueden ver las tensiones entre una concepción infinitamente abierta del espacio, contra todo autoritarismo –marcado por el uso del significante “democrático”–; y una concepción que aborda la materialización del espacio mediante el compromiso con la clausura del mismo, que se concreta en la elección de unas temáticas previamente acordadas y cerradas, en la precaución de la politización de las reuniones y la ausencia del tratamiento de temáticas conflictivas. Este tipo de clausura supone un acto autoritario que se hace necesario para realizar estos espacios de ordenamiento alternativos, asegurando la ejecución y funcionamiento del proyecto (Harvey 2003). Actualmente, solo esta asociación, Faladoiros, sigue activa con más de treinta personas coordinando el grupo y más 100 horas entre ambas modalidades, virtuales y presenciales 4 .
6. CONCLUSIÓN
Este trabajo se ha propuesto analizar el papel de la agencia humana en las dinámicas de revitalización lingüística en Galicia a través de la “ciudadanía sociolingüística” como concepto analítico. Partiendo de las opiniones y las prácticas lingüísticas declaradas de los entrevistados, mostramos de qué forma cada individuo ejerce su propia agencia para interpretar, negociar y aplicar las políticas institucionales o, en algunas ocasiones, desarrollar discursos de resistencia. Como muestra esta investigación, las prácticas individuales de los actores sociales, especialmente cuando se transforman en movilizaciones colectivas (§5), pueden influir en la conducta lingüística de su entorno inmediato (cf. Stroud 2001: 351).
La “ciudadanía sociolingüística” se concentra en la diversidad de prácticas que las personas utilizan para hacerse oír (Rampton, Cooke y Holmes 2018), siendo igualmente necesario construir una voz digna de ser escuchada (Hymes 1996: 64). Desarrollar una voz que merezca la pena de ser escuchada requiere mucho tiempo y suele necesitar de algún tipo de apoyo institucional (vid. Nandi 2018, 2023; Nandi, Manterola, Reyna y Kasares 2022). El análisis de la situación sociolingüística de Galicia (§3) muestra que el castellano sigue siendo la lengua dominante en la sociedad gallega y que las políticas lingüísticas institucionales no están revirtiendo esta situación. Al mismo tiempo, debido a la mayor visibilidad del gallego y a su mayor difusión en la educación y en los medios de comunicación durante las últimas décadas, la lengua minorizada ha recibido un impulso y dinamización que han preparado a una nueva comunidad de usuarios (incluidos los neofalantes) como Ana, Samuel, Líria y Cloe, que sienten un fuerte apego ideológico hacia al gallego. Este colectivo comienza a “resistir” desde abajo las PLs del gobierno gallego que se perciben como ineficientes para la revitalización del gallego.
En los casos expuestos, estos procesos de agencia progallego y creaciones de espacios gallegófonos suponen un caso paradigmático de agencia lingüística bottom-up. La organización de los eventos y la participación en la comunidad lingüística gallega a través del uso de gallego como lengua preferente de comunicación apuntan hacia un caso de ciudadanía sociolingüística en tanto que se toma partido por una causa general compartida, “la normalización lingüística” o la “revitalización de gallego”. Esta toma de partido está motivada por la ineficacia de las políticas públicas, de modo que suple, en el entendimiento de estos grupos, las deficiencias que se le atribuyen a la PL gubernamental.
Un análisis de los perfiles comentados arriba revela además que el capital simbólico, que se hace evidente en la posición privilegiada del castellano como la lengua principal de comunicación en los dominios urbanos, es compensado en cierta medida por este colectivo desde el nivel micro. Sus acciones han desestabilizado la normalización y legitimación del discurso dominante a través de diferentes estrategias y actos contrahegemónicos de ciudadanía sociolingüística. Estas medidas incluyen la gestión comunidad de práctica mediante interfaces tecnológicas y a través de movilizaciones cooperativas para revertir el desplazamiento de la lengua. En la situación sociolingüística gallega, en la que el número de hablantes tradicionales disminuye incesantemente, estos agentes activos pueden desempeñar un papel importante en los procesos de revitalización de la lengua minorizada al crear PLs alternativas de bottom-up. En esencia, los dilemas que deben negociar estos agentes se sitúan, por un lado, entre las realidades de la presión social, las ideologías lingüísticas en el exterior y las políticas educativas; y el deseo de fidelidad cultural y de transmisión lingüística intergeneracional, por otro.
Resumen:
1. INTRODUCCIÓN
2. LOS HABLANTES COMO AGENTES EN LA POLÍTICA LINGÜÍSTICA: IDEOLOGÍAS, PRÁCTICAS Y CIUDADANÍA SOCIOLINGÜÍSTICA
3. LA SITUACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA DE GALICIA
4. DISPOSITIVO METODOLÓGICO
5. ANÁLISIS
5.1. El uso de la lengua y la activación de los otros: agencia, habitus escindido y gestión lingüística
5.2. Ciudadanía sociolingüística y movilización social
6. CONCLUSIÓN